miércoles, 5 de agosto de 2015

"Nadie dijo que fuera fácil ser salvaje, tan solo es más cercano a la esencia, a la pureza. La incertidumbre no es acogedora, pero está llena de emociones, desde el terror hasta la lujuria, desde el amor hasta la angustia insoportable. El frío castiga los huesos y el calor no da más tregua que una sombra llena de mosquitos, pero se siente, que entre algodones no se atesoran cicatrices para recordarnos lo que fuimos porque, tal vez, nos olvidamos de ser. Cada segundo respirando se pelea y se disfruta como una victoria. Existir es ganar, da igual lo que duela, da igual estar exhausto, da igual la tristeza y el miedo: hay que mantenerse firme. Correr y pelear, respirar, comer, follar; no hay más. No hay despachos bajo las hayas, ni tronos al abrigo de las peñas, ni propiedades en las garmas yermas.

Ser salvaje es sentir los latidos, atender a los instintos; es evitar los caminos y engañar al destino que han escrito tus maestros. Ser salvaje es olvidarse de los contratos y los convenios, de los papeles y los espejos, de lo que no se haga necesario por si mismo. Ser salvaje es solo ser, pase lo que pase, venga lo que venga, pese al sur y la galerna, aunque se venga abajo el bosque, aunque nos tiemblen las piernas, firmes siempre, a pesar de la tormenta. No buscaremos más techo que las estrellas, ni más sustento que la tierra, ni más propiedad que nuestra propia carne, aunque esta pertenezca a los gusanos. Ser salvaje es levantarse y correr, porque aún estás vivo y no te vas a rendir ahora, ni nunca.

Ánimo, que aún existes y te esperan ahí fuera el horror y la belleza. Siente, que es la única prueba de que la vida es, al fin y al cabo".

(El joven de la foto está bien, solo fue un susto).


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