domingo, 13 de mayo de 2012

LA CÁPSULA.

Ese domingo desperté con una erección, no habría tenido nada de extraordinario de no ser porque la erección no era mía, sino la de un tipo alto, flaco y calvo que estaba dormido a mis espaldas.

De inmediato brinqué de la cama y aún adormilado noté que no traía puesto el pantalón, solo mis calzoncillos y una camisa, pero no recordaba haber ido de parranda la noche anterior. Estaba confundido y desorientado, no tenía ni la menor idea de dónde ni por qué estaba allí.

En la habitación no había nada excepto la cama, parecía más bien una celda con las paredes blancas sin ventanas ni puertas.
Tosí un poco mientras pensaba despertar al tipo para preguntarle dónde estábamos, cuando de repente se deslizó la pared y apareció de la nada una puerta y un hombre de unos sesenta años vistiendo una enorme bata de baño blanca cruzó sonriendo, me pareció familiar aunque nunca antes lo había visto.

-¡Simón, ¿cómo estás?! - me dijo mientras levantaba los brazos para abrazarme.
Instintivamente le devolví el abrazo pensando en que, si sabía mi nombre, tal vez nos conocíamos. Antes de que yo dijera algo él adivinó mi pensamiento y me dijo -¿no me reconoces, verdad? Soy Jorge Calletano, tu amigo del internet, obvio más viejo de lo que me recuerdas.-

Efectivamente, era Jorge, o el papá de Jorge porque este hombre era un anciano y mi amigo apenas un veinteañero. Después del abrazo le extendí la mano para estrechar la suya pero no lo hizo, su puño permaneció cubierto bajo la manga de la gran bata blanca. Se dio  media vuelta y la puerta se abrió nuevamente. –Ven conmigo.-, me dijo mientras caminábamos hacia fuera.

Pasamos a una sala donde había unas mesas largas, igual blancas como las paredes, sin ventanas ni adornos, solo varios cristales en forma vertical como si fueran paredes divisorias. Nos sentamos y fue entonces que pude ver su mano, o lo que quedaba de ella, no tenía un solo dedo, los muñones terminaban en los nudillos.

Había dos tazas de café y con la mirada me invitó a tomar una de ellas mientras él respiraba hondo y tomaba aire como preparándose para decirme algo.
-Voy a ser directo porque sé debes tener muchas preguntas- me habló ya sin la sonrisa y aclaró la garganta. -Simón, estamos en el año 2054, mandé a Elías Carrasco nuestro viejo amigo a traerte del pasado porque tu vida corre peligro y no estás seguro allá. Sé que es difícil de creer pero es la verdad, es una larga historia.
“Todo empezó en 2010, ¿recuerdas?, ¿cuando jugábamos en las redes sociales? El plan ya estaba en marcha y no nos dimos cuenta, fuimos participes  y cómplices involuntarios de él.
“Primero fue Facebook, luego Twitter, Tumbrl, Instagram, Blogger, YouTube, Formspring… todas y cada una de las plataformas nos fueron atrapando, abríamos cuenta en todas, queríamos estar en todas, dominar en todas y así lo hicimos, Simón.
“Nuestra ambición no conocía límites, algunos años después llegó nuestro momento, nos volvimos tan poderosos en las redes sociales que muy pronto empezamos a competir directamente con las televisoras. Sí, nosotros, estúpidos enfermos de poder opinábamos y decíamos como si supiéramos lo que estábamos haciendo, llenándonos de fanáticos que seguían y hacían lo que les dijéramos.
“Hasta que un día, se nos ocurrió que lo mejor era vivir conectados permanentemente ya que todo pasaba en la red, todo por nuestras manos, lo teníamos todo y queríamos más. Así surgió la idea de La Cápsula, la gente confió en nosotros y la traicionamos.  
 “La Cápsula, un dispositivo que se conecta directamente a las terminales nerviosas de tu cerebro desde las yemas de tus dedos, te permite ver, tocar, oler, saborear y sentir todo lo que sucede en el mundo virtual como si se tratara del mundo real, era un invento genial, se acaba con todos los imposibles, la máquina de los sueños le llamaban, todo lo que siempre habías deseado ahí estaba, placer, viajes, sexo, comida, todo. Cualquier sensación era tan real que se sentía como si realmente estuvieras ahí. Una vez conectado te resultaba difícil querer salir.
“Pronto el dispositivo se volvió popular entre los sujetos de prueba, de unas horas al día, ellos permanecían conectados por días, semanas, meses. Fue entonces que con tanto poder en las redes decidimos lanzar mi candidatura a la presidencia de la república, contigo como mi vicepresidente, prometimos lo que nadie nuca había logrado: acabar con la pobreza.

Mientras él hablaba todos esos disparates, trataba de concentrarme en lo que había sucedido la noche anterior y cómo diablos había llegado hasta la casa de este orate, aun así todo lo que hablaba parecía tener algo de cierto, le di un sorbo a mi café y seguí escuchando atento.

“…Y lo logramos, ¡ja!, lo logramos y de qué forma. La gente pobre fue la primera en ser adoptada por la capsula, era una eutanasia asquerosamente disfrazada. Todo aquel que quisiera dejar de vivir una vida miserable podría conectarse permanentemente a la capsula y vivir el resto de sus días felizmente en una fantasía que tú y yo creamos, creábamos mundos para ellos, tú eras muy bueno en eso, les dábamos todo, una nueva vida, conflictos, una historia que vivir. ¿A cambio de qué? De su vida misma, al ya no necesitar su cuerpo tomábamos sus órganos vitales, riñones, páncreas, médula ósea, todo. Los ricos enfermos podrían entonces pagar por eso órganos y vivir sus vidas, ambos ricos y pobres, en la mejor manera, cada quien en su propio mundo.
“Acabamos con la pobreza, con la marginación, con la criminalidad, todos parecían felices, hubo protestas, sí, pero todos terminaban rendidos a La Cápsula.
“Hasta que un día, nos acabamos a los pobres, ya nadie quería trabajar o vivir, familias completas se entregaban y ya nadie necesitaba órganos pero aun así la gente ya no quería luchar por sus vidas, todos querían estar conectados.

-Ven, quiero mostrarte algo- Me dijo mientras se ponía de pie y caminamos hacia una de las paredes. El color blanco se difuminó y apareció una ventana a un gran bodegón con decenas de miles de cerebros enfrascados conectados a una red de alambres que pendían del techo. A un costado, una pila de cadáveres descompuestos y putrefactos. Era un paisaje aterrador, caminé unos pasos hacia atrás horrorizado y aún incrédulo ante lo que había observado.

“Por eso no tengo dedos Simón, y tú tampoco los tendrás, te conectas a través de ellos y luego la capsula te va tomando, de esa forma sabríamos que nunca estaríamos como ellos, aunque en el fondo ya estemos muertos. Por eso te hice venir. Hace unos días peleamos tú y yo y decidiste partir al pasado a buscarte a ti mismo y terminar con tu joven vida para evitar que todo esto pase, pero ya está escrito, nada podemos hacer.

Cuando vi su muñón, me empecé a sentir mareado, volteé hacia la mesa y vi mi taza de café vacía y la de él intacta, claro, era imposible que la hubiera levantado si no tenía dedos, ese café tenía algún tipo de somnífero adiviné.
Puso su mano sobre mi espalda y me guió hacia lo que parecía un sillón reclinable, me recosté y acercó un teclado que se ajustaba a la forma exacta de mis manos. Yo me sentía cada vez más confundido y mareado.

–Anda, vamos, esto ya se acabó, sólo pon tu password, el mismo que tenías antes y esta pesadilla se acabará muy pronto. Hasta pronto Simón, sigue escribiendo tus estupideces en twitter-, concluyó sonriendo mientras se desvanecía ante mis ojos su imagen, lo último que recuerdo haber visto fue cuando se cerró la cápsula.