martes, 30 de junio de 2015

Esclavo de Sí

Ya no escucho ni leo, a penas veo, imágenes yertas y borrosas, solo voy pendiente a mi maldición.
A mi anatema, la que no sé dónde habita, pero está. Yo sé que está,
Conmigo a cada instante, quemándome por dentro, devorándome paulatinamente; cataclismos interiores, siento explotar…
 Pero no ocurre nada, no sucede nada de lo que he dicho anteriormente, es mi Mente la que me engaña, a la que tengo que servir, es ella mi amo, es la voz, son los azotes del Jesucristo; cargo mi mente como el Hijo del Hombre cargó la cruz en el Monte del Sión.
Me pregunta que para qué estoy escribiendo este mamotreto, que a quién quiero engañar, que yo no poseo dicha facultad, de engañar, me dice que solo ella puede engañar, engañarme, engañarse…
Comienza de nuevo, ¿hasta cuándo perdura todo este espectáculo? Responde ella misma. Sí, lo tengo, hallé la finalidad, esto es todo un asunto de retórica entre ella y ella, ya yo no pertenezco a este enredo tormentoso.
(No se termina)
Tal vez es el castigo que merezco.
Ser esclavo de sí. No, exiliado de sí. Eso era. Eso era lo que realmente quería decir yo,
pero en lo profundo, en lo más hondo, ella me habla, ella grita que realmente quería decir otra cosa… Quería hablar de mis odios congelados, más bien encarcelados,
dentro de ella. Quería hablarme de un pasado, quería involucrarme en aquel pasado; un pasado que me condena desde todas sus esquinas. Quería, también, que escuchara; que volviera a escuchar, que recordara los zumbidos de las balas. Pero no oigo nada. Solo ella los escucha, yo estoy petrificado. Por ella. En mis recuerdos, sus recuerdos.
De la furia vengo, voy, fui, y volví
De la furia de los disfraces, esos que disfrazan el dolor, la tristeza  y el sollozo
¿De qué manera me exigen? ¿Por qué me obligan, a estar arrodillado llorando y escribiendo?
Ese no soy yo, tampoco son los otros, es ella, la Jerjes, la ídola, la Tellus, La Cleopatra, se lo dije, casi en un tono lastimero.
Es mi Mente; la que no sé si realmente existe, pero está.
La compañía ininterumpida, mi maldición, mi mente, sí, la que no olvida ni recuerda nada. Y continúa; al final del túnel, o casi al final, el monstruo me susurra al oído “Tú y yo somos uno”.


miércoles, 24 de junio de 2015

Intelectualismo e idealismo juvenil...

En palabras simples, no hay sobre qué escribir. Ya está todo dicho, el comunismo enterrado siete pies bajo tierra, el capitalismo devora y deprava todo a su paso, los políticos roban, el fuego quema, el agua moja… Podría citar una inmensidad de grandes autores para avalarme, para legitimarme. Pero no lo haré. Esto será un asunto corto, no merece más tiempo ni rimbombantes frases que alucinan a adolescentes de hormonas alborotadas. A otra cosa, mariposa. En fin.

Las primeras grietas que evidenciaron el desmoronamiento de toda esperanza de revolución, fue el reemplazo de los fusiles por los teclados. Lo digo sin importarme las protestas que pudiesen hacer estos pseudo intelectuales virtuales que hormiguean en redes sociales, ya que no tienen ni voz ni voto en ningún otro lado para descargarse. Y sin importarme la opinión de cualquier gaznápiro que lea esto. Ya que en su mayoría, son juicios parciales, interesados, si no los emiten para rebajarte y así alzarse ellos, te encumbran para obtener de ti un favor, desde una sonrisa, un par de pesos, o un nuevo militante…
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
¡Ay! Los jóvenes… alienados, rebosantes en furia, amos del mundo, frenéticos, ideológicamente bipolares, ansiosos por pertenecer, con gran entusiasmo y a la vez una ignorancia aun más grande, terminan militando en círculos sociales que no se trancan sino gracias al aceite de la hipocresía y las mentiras: sus pilares fundamentales. Que como es sabido, forman parte de nuestro tejido social. (Tal vez dejemos de mentir, cuando dejemos de hablar) En su inmadurez, los jóvenes creen poseer certezas irrefutables, por las cuales, los más “radicales”, hasta su vida entregan, sin siquiera haber realizado un cuestionamiento profundo de aquello que con ahínco defienden. La realidad, hoy por hoy nos muestra que esto ocurre a diario, por ejemplo, en Medio Oriente, donde niños de 18 años, degollan y balean personas a mansalva casi por mera diversión y ostentación de Poder, o porque Alá, el Dios de Paz y Amor, así lo quiso. Sin embargo, no hablaremos del Medio Oriente, sino de “nuestros jóvenes”.
Movidos no por una comprometida convicción de transformar esta misérrima realidad, sino por la Rabia, el hastío, los resentimientos y el hambre de hacer historia. De ser parte de un proceso histórico, no estar arriba, ni abajo, ni al lado de la historia, ser, en sí mismos, la Historia. “Embriaguez de Poder”, como diría Kundera.
                                                                     
Los honorables intelectuales:
 Teorías antediluvianas de hace doscientos años, devenidas en dogmas y fundamentalismos nefastos que por cierto -una obviedad- ni a ellos pertenecen, sino que han sido transmitidas de generación en generación por intelectuales que, probablemente no levantaron en su vida el culo de una biblioteca. Ideologías muertas, anacrónicas, descontextualizadas, reduccionistas, ufanadas de su intransigencia, bies, sesgos, totalitarismos, rasgos netamente fascistas, ya que no solo existe fascismo (como suelen creer algunos inocentes) en la ultra derecha, sino también, en la izquierda doctrinaria, en el anarquista intransigente, en la clase media apolítica que se guía por el “sentido común” que no es más que el pensamiento de la élite dominante. En definitiva, conjuntos de ideas que en la actualidad no significan nada. Palabrería hueca, fatuos discursos alejados por una hondonada de la acción.
Son estas caricaturas con aspavientos de intelectuales los que proliferan en redes sociales, buscando menos interpretar el mundo, ni tampoco transformarlo; (aunque yo escojo, más que interpretarlo o transformarlo: denunciarlo) lo que quizá buscan es tener Razón, o mejor dicho, que les den la razón, manos lamiendo espaldas, sátrapas sobando lomos y declarando: “Sabias palabras”, y es entonces, en ese preciso instante, donde orgasmos celestiales descienden sobre estos proyectos de intelectuales, académicos, escritores, etcétera. ¡Eureka! Estos grandes profetas, estos Mesías dueños del porvenir, han encontrado un discípulo; un joven imberbe y manipulable que delegando su Voluntad, se adaptará a la primera ideología en vitrina que por lógica simple, no estará de acuerdo en gran cantidad de sus puntos. Pero no afecta, hay que pertenecer a algo, cualquier cosa que acribille el tedio, que ayude a huir de las aflicciones de la vida escolar-universitaria, de ese trabajo donde las humillaciones, el sueño, los salarios indignos, el cansancio crónico son pan de cada día; de la pensión con olor a orina de gato, del padre alcohólico y drogadicto, de la madre sumisa, del hermano mayor, que según estadísticas metafísicas, o lo encuentran muerto, o de vacaciones en la Penitenciería.
Por evidentes faltas de energía y/o en el fondo ya sentirse viejos vencidos, son los jóvenes quienes se encargan del “trabajo peligroso”: asistir a marchas comprometiendo su vida, cubriendo sus rostros, rayando murallas, arriesgando llegar a sus casas con un ojo en tinta, o sin un ojo producto de un perdigón, o directamente a un hospital paupérrimo con tres costillas quebradas, arriesgar años de cárcel, mientras los intelectuales, dirigentes y líderes teóricos, contemplan el escenario desde lejos cuan reyes, la actuación de sus adiestrados soldaditos. Jóvenes que pudiendo pensar por sí mismos, se han convertido en suches y peones de vejetes colmados de frustraciones por quimeras arruinadas, porque lo social ha fracasado una y otra vez, porque las utopías a las que aspiraban sin siquiera haberlas alcanzado, fueron precedidas por millones de muertos y aberraciones inhumanas de las más grandes que ha tenido la historia del mundo. Stalin, Hitler, Mao, Trotsky, Mussolini, Pinochet entre tantos destacados genocidas…¿Seguimos mencionando?
 Supongo que todos esos monstruos, en sus coléricos discursos, también predicaban el bien común, que como es sabido, jamás se logró, y todo indica que jamás se alcanzará.
Son los jóvenes idealistas que militan en el primer movimiento “antisistémico” a mano, y hacen posible el entronizamiento en el poder de una nueva élite de hijos de puta. Son los que, en su ignorancia, trabajan en beneficio del próximo grupo o casta dominante esperando su turno en la cola de la historia. Por eso, en su tiempo, dicha juventud idealista enarboló  el librito rojo de ese psicópata perverso que fue Mao Tse Tung y siguiendo corderilmente sus órdenes colgó del pescuezo a sus profesores. En otras palabras, la juventud idealista, es una muchedumbre de marionetas manejadas por una sarta de mal nacidos, ya sean intelectuales, políticos, dirigentes, etcétera.
Los jóvenes idealistas son, también, quienes allanan paso a una nueva nomenclatura criminal, moralista, abusadora, autoritaria y sedienta de Poder, que- como todos los gobiernos del mundo- nos aplastarán como cucarachas, diciéndonos qué es lo que debemos hacer y qué no, cómo debemos comportarnos, quiénes son los amigos y quiénes los enemigos. Ideas que luego devienen en costumbres, en reflejos, en la normalización de la delegación de tu Voluntad, de acuerdo a lo que su moral de topos les dicte. En este caso las ideas, para influir a masas considerables, han de convertirse primero en frígidas, serias y embalsamantes doctrinas, luego en ideologías rechinantes, y finalmente en eslóganes pintados en las paredes. En fin. Me refiero a esa inevitable deformación en el tránsito de la idea hasta la ideología.
Por otra parte las “grandes ideas” que vociferan los intelectuales, suelen revelar pronto su ineficacia, su carencia de asideros, su “idealismo”…
                                              
                   Queridos compañeros/as                
                                                
Compañera, compañero, ¿serán, tal vez, estas ideologías -que en su núcleo llevan consigo los cimientos del judeocristianismo- un mero simulacro de paraíso artificial? ¿Serán estas ideologías, frágiles ramitas quebrajadas para sostenerse y no caer al precipicio que es la Realidad tal cual? ¿Será que estas ideologías mitómanas, estos delirios travestidos en “causas” son los que han hecho de esta mierda un mundo peor? Yo creo que sí. ¿Y tú?

viernes, 19 de junio de 2015

CASCANDO. Samuel Beckett

    1

    Por qué no simplemente no esperar
    A ser ocasión de
    Un vertedero de palabras.
    ¿No es mejor abortar que ser estéril?
    Después de tu partida las horas son tan tristes
    Siempre empiezan a rastras demasiado pronto
    Los garfios desgarrando con ceguedad el lecho de miseria
    Rescatando los huesos los amores antiguos
    Cuencas una vez llenas con ojos como tuyos
    ¿Es mejor siempre demasiado pronto que jamás?
    Negra necesidad salpicando los rostros
    Diciendo una vez más nunca flotó lo amado nueve días
    Ni nueve meses
    Ni nueve vidas.

    2

    Diciendo una vez más
    Si no me enseñas tú no aprenderé
    Diciendo una vez más existe un último
    Atardecer de últimas veces
    Últimas veces de mendigar
    Últimas veces de amar
    De saber no saber simular
    Un último atardecer de últimas veces de decir
    Sino me amas nunca seré amado
    Si no te amo ya no amaré nunca.
    Un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón
    Amor amor amor golpe de un émbolo antiquísimo
    Moliendo el suero inalterable
    De las palabras.
    Una vez más aterrado
    De no amar, de amar
    Pero no a ti
    De ser amado y no por ti
    De saber no saber simular
    Simular.
    Yo y todos los otros que te amen
    Si te aman.

    3

    A menos que te amen.

Carta de Epicuro a Meneceo.

«Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación.
Por tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la mortalidad de la vida; no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque nos priva de un afán desmesurado de inmortalidad.
Nada hay que cause temor en la vida para quien está convencido de que el no vivir no guarda tampoco nada temible.
Es estúpido quien confiese temer la muerte no por el dolor que pueda causarle en el momento en que se presente, sino porque, pensando en ella, siente dolor: porque aquello cuya presencia no nos perturba, no es sensato que nos angustie durante su espera.
El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos.
Así pues, la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que está lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, éstos han desaparecido ya.
A pesar de ello, la mayoría de la gente unas veces rehuye la muerte viéndola como el mayor de los males, y otras la invoca para remedio de las desgracias de esta vida.
El sabio, por su parte, ni desea la vida ni rehuye el dejarla, porque para él el vivir no es un mal, ni considera que lo sea la muerte. Y así como de entre los alimentos no escoge los más abundantes, sino los más agradables, del mismo modo disfruta no del tiempo más largo, sino del más intenso placer».

sábado, 13 de junio de 2015

SOS: cómo vivir en un mundo vacío de sentido

Antes que nada: es imposible vivir en un mundo vacío de sentido. Por ende lo que estoy haciendo aquí, de entrada, es venderles pescado podrido. O no. Pensemos en lo que significa la palabra “mundo”. Podemos imaginarnos al globo terráqueo, al planeta tierra, a la totalidad de las naciones, a Mundo Marino, a mi propio mundo privado. Como la mayoría de los términos relevantes con los que nos manejamos, el vocablo “mundo” puede adquirir una multiplicidad de sentidos capaces de convivir en un mismo espacio lingüístico con la mayor de las comodidades. “Mundo” es una palabra tan importante como lo son “Dios”, “Alma” y “Libertad”. Para Kant estas Ideas, como él las llama, poseen una importancia infinita en lo que refiere a nuestra experiencia, incluso a la más cruda. Ellas encierran en sí mismas multiplicidades de experiencias finitas y las totalizan: función primordial para que nuestra experiencia pueda ser comprendida desde un punto de vista general y no disolverse en acontecimientos parciales e inconexos. En esta dirección, no es tan relevante que exista de modo concreto algo así como Dios, el alma, un mundo o la mismísima libertad, sino que estas Ideas funcionan muy bien simplemente como ficciones heurísticas, esto es, conceptos útiles mediante los cuales podemos ordenar aquello que acontece y darle un sentido ficticio pero total (piensen en lo cerca que estaba Kant de Nietzsche en este planteo, y no lo olviden cuando alguien critique desde el postmodernismo al Gran Filósofo de Königsberg).
Vivir en un mundo vacío de sentido es un oxímoron porque una de las acepciones de la idea de mundo, quizás la más importante, es la de red de sentidos. Superadas las filosofías que hablan de una distancia tajante entre sujeto y objeto, los filósofos han comprendido al existente humano y al mundo como parte de un mismo término: el mundo es nuestra propia red de sentidos que nos constituye en relación con los otros. Creamos, manipulamos y compartimos sentidos. El mundo no es una entidad que nos precede o que se nos agrega: es algo que construimos como comunidad de seres. Pero entonces, ¿qué es lo que nos lleva a sentir el vacío de sentido? Como seres humanos nunca nos hemos encontrado ajenos a un sentimiento tal. Nos puede suceder ante la pérdida de algo o alguien importante, ante la falta de esperanza, ante el aburrimiento, la nostalgia, la melancolía, la angustia, la desesperación. Y esto se da así básicamente porque la palabra “sentido” también se dice de muchas maneras. Ese es el flagelo de vivir atravesados por el lenguaje (¡un conjunto de sentidos!). La plenitud y la falta de sentido conviven en nosotros de forma tensa, como en el arco y la lira, diría Heráclito.
Me gusta pensar que la falta de sentido que experimentamos tiene que ver con el desencantamiento que han padecido esas ideas regulativas de las que hablaba Kant. Una vez que la humanidad le ha quitado todo su valor, que ha exprimido hasta anquiliar las nociones de alma, Dios y libertad, nuestra experiencia ha quedado casi por completo suelta. Y digo casi porque hay una idea en la que todavía, creo, confiamos: la idea de mundo. Por eso, quizás, la mejor forma de vivir en un mundo que se experimenta como vacío de sentido es recordar que ese mundo al que estamos mentando es uno que construimos segundo a segundo en comunidad de seres. Por ello tal vez sea necesario recordarnos que esa carencia de sentido que vivenciamos de tanto en tanto sólo la podemos apaciguar teniendo en cuenta que dicho sentido no viene de ningún lugar ininteligible ni se va hacia quién sabe dónde, sino que se genera con el otro. Es en él donde la esperanza de la plenitud de sentido todavía resiste.
Texto de D publicado en https://esrevista.wordpress.com/