miércoles, 5 de septiembre de 2018

TU ÚLTIMO DESEO

TU ÚLTIMO DESEO

¿Un cigarrillo?
Un Camel, gracias.
¿Porqué tan amable?
Porque te dieron un día y una hora.
¿Piensas que eso me conturba?
Es evidente, un vodka a mitad de semana...
Suelo hacerlo.
Pero no con esa ansiedad, no con esa mirada con que te vi
frente al espejo, sin que tú te vieras.
Bueno, en fin, cuando a los plazo le ponen fechas precisas...
¿Temes?
Siempre uno teme antes de alzar las velas,
antes de la navegación.
porque toda navegación puede ser la definitiva
es decir, ¿temes?
¿a qué le teme un hombre bien templado sino
a lo incierto?
Vamos, si solo es una operación a tu pie izquierdo
que ya la determinante cuando tus adicciones así lo hicieron.
Oye, flaca, lo mío es lo mío, y lo tuyo, verás en el momento...
¿Te haces el valiente, ahora?
Para nada, flaca, solo temo lo que temo
y con la hora determinada en el quirófano,
me alivia todo esto.
¿Pero, flaquito, no me temes un poco, sólo un poquito,
como cuando te enfrentas, digamos,
a un cuerpo no vivido?
Sale, flaca, nunca he temido a un nuevo cuerpo,
y menos a un quirófano con una fecha ya determinada.
¿Mientes? ¿porqué a mí?
Porque eres la definitiva, flaca, y al final nos encontraremos abrazados no en una cama de Motel sino
en una de hospital, y recuerdo el poema ese
"Tarde de hospital", de Carlos Pezoa Véliz...
que me hace llorar. como todo buen poema,
inesperadamente.

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