En palabras
simples, no hay sobre qué escribir. Ya está todo dicho, el comunismo enterrado
siete pies bajo tierra, el capitalismo devora y deprava todo a su paso, los
políticos roban, el fuego quema, el agua moja… Podría citar una inmensidad de
grandes autores para avalarme, para legitimarme. Pero no lo haré. Esto será un
asunto corto, no merece más tiempo ni rimbombantes frases que alucinan a
adolescentes de hormonas alborotadas. A otra cosa, mariposa. En fin.
Las primeras
grietas que evidenciaron el desmoronamiento de toda esperanza de revolución,
fue el reemplazo de los fusiles por los teclados. Lo digo sin importarme las
protestas que pudiesen hacer estos pseudo intelectuales virtuales que
hormiguean en redes sociales, ya que no tienen ni voz ni voto en ningún otro
lado para descargarse. Y sin importarme la opinión de cualquier gaznápiro que
lea esto. Ya que en su mayoría, son juicios parciales, interesados, si no los
emiten para rebajarte y así alzarse ellos, te encumbran para obtener de ti un favor, desde una sonrisa, un par de pesos, o un nuevo militante…
“Ser joven y
no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
¡Ay! Los jóvenes…
alienados, rebosantes en furia, amos del mundo, frenéticos, ideológicamente
bipolares, ansiosos por pertenecer, con gran entusiasmo y a la vez una
ignorancia aun más grande, terminan militando en círculos sociales que no se
trancan sino gracias al aceite de la hipocresía y las mentiras: sus pilares
fundamentales. Que como es sabido, forman parte de nuestro tejido social. (Tal
vez dejemos de mentir, cuando dejemos de hablar) En su inmadurez, los jóvenes
creen poseer certezas irrefutables, por las cuales, los más “radicales”, hasta
su vida entregan, sin siquiera haber realizado un cuestionamiento profundo de
aquello que con ahínco defienden. La realidad, hoy por hoy nos muestra que esto
ocurre a diario, por ejemplo, en Medio Oriente, donde niños de 18 años,
degollan y balean personas a mansalva casi por mera diversión y ostentación de
Poder, o porque Alá, el Dios de Paz y Amor, así lo quiso. Sin embargo, no hablaremos
del Medio Oriente, sino de “nuestros jóvenes”.
Movidos no por
una comprometida convicción de transformar esta misérrima realidad, sino por la Rabia , el hastío, los
resentimientos y el hambre de hacer historia. De ser parte de un proceso
histórico, no estar arriba, ni abajo, ni al lado de la historia, ser, en sí
mismos, la Historia.
“Embriaguez de Poder”, como diría Kundera.
Los honorables intelectuales:
Teorías antediluvianas de hace doscientos años,
devenidas en dogmas y fundamentalismos nefastos que por cierto -una obviedad-
ni a ellos pertenecen, sino que han sido transmitidas de generación en
generación por intelectuales que, probablemente no levantaron en su vida el
culo de una biblioteca. Ideologías muertas, anacrónicas, descontextualizadas, reduccionistas,
ufanadas de su intransigencia, bies, sesgos, totalitarismos, rasgos netamente
fascistas, ya que no solo existe fascismo (como suelen creer algunos inocentes)
en la ultra derecha, sino también, en la izquierda doctrinaria, en el
anarquista intransigente, en la clase media apolítica que se guía por el
“sentido común” que no es más que el pensamiento de la élite dominante. En
definitiva, conjuntos de ideas que en la actualidad no significan nada.
Palabrería hueca, fatuos discursos alejados por una hondonada de la acción.
Son estas
caricaturas con aspavientos de intelectuales los que proliferan en redes
sociales, buscando menos interpretar el mundo, ni tampoco transformarlo;
(aunque yo escojo, más que interpretarlo o transformarlo: denunciarlo) lo que
quizá buscan es tener Razón, o mejor dicho, que les den la razón, manos
lamiendo espaldas, sátrapas sobando lomos y declarando: “Sabias palabras”, y es
entonces, en ese preciso instante, donde orgasmos celestiales descienden sobre
estos proyectos de intelectuales, académicos, escritores, etcétera. ¡Eureka!
Estos grandes profetas, estos Mesías dueños del porvenir, han encontrado un
discípulo; un joven imberbe y manipulable que delegando su Voluntad, se
adaptará a la primera ideología en vitrina que por lógica simple, no estará de
acuerdo en gran cantidad de sus puntos. Pero no afecta, hay que pertenecer a
algo, cualquier cosa que acribille el tedio, que ayude a huir de las
aflicciones de la vida escolar-universitaria, de ese trabajo donde las
humillaciones, el sueño, los salarios indignos, el cansancio crónico son pan de
cada día; de la pensión con olor a orina de gato, del padre alcohólico y
drogadicto, de la madre sumisa, del hermano mayor, que según estadísticas
metafísicas, o lo encuentran muerto, o de vacaciones en la Penitenciería.
Por evidentes
faltas de energía y/o en el fondo ya sentirse viejos vencidos, son los jóvenes quienes
se encargan del “trabajo peligroso”: asistir a marchas comprometiendo su vida,
cubriendo sus rostros, rayando murallas, arriesgando llegar a sus casas con un
ojo en tinta, o sin un ojo producto de un perdigón, o directamente a un
hospital paupérrimo con tres costillas quebradas, arriesgar años de cárcel,
mientras los intelectuales, dirigentes y líderes teóricos, contemplan el
escenario desde lejos cuan reyes, la actuación de sus adiestrados soldaditos.
Jóvenes que pudiendo pensar por sí mismos, se han convertido en suches y peones
de vejetes colmados de frustraciones por quimeras arruinadas, porque lo social
ha fracasado una y otra vez, porque las utopías a las que aspiraban sin
siquiera haberlas alcanzado, fueron precedidas por millones de muertos y
aberraciones inhumanas de las más grandes que ha tenido la historia del mundo.
Stalin, Hitler, Mao, Trotsky, Mussolini, Pinochet entre tantos destacados
genocidas…¿Seguimos mencionando?
Supongo que todos esos monstruos, en sus
coléricos discursos, también predicaban el bien común, que como es sabido,
jamás se logró, y todo indica que jamás se alcanzará.
Son los
jóvenes idealistas que militan en el primer movimiento “antisistémico” a mano,
y hacen posible el entronizamiento en el poder de una nueva élite de hijos de
puta. Son los que, en su ignorancia, trabajan en beneficio del próximo grupo o
casta dominante esperando su turno en la cola de la historia. Por eso, en su
tiempo, dicha juventud idealista enarboló
el librito rojo de ese psicópata perverso que fue Mao Tse Tung y
siguiendo corderilmente sus órdenes colgó del pescuezo a sus profesores. En
otras palabras, la juventud idealista, es una muchedumbre de marionetas manejadas
por una sarta de mal nacidos, ya sean intelectuales, políticos, dirigentes,
etcétera.
Los jóvenes
idealistas son, también, quienes allanan paso a una nueva nomenclatura
criminal, moralista, abusadora, autoritaria y sedienta de Poder, que- como
todos los gobiernos del mundo- nos aplastarán como cucarachas, diciéndonos qué
es lo que debemos hacer y qué no, cómo debemos comportarnos, quiénes son los
amigos y quiénes los enemigos. Ideas que luego devienen en costumbres, en
reflejos, en la normalización de la delegación de tu Voluntad, de acuerdo a lo
que su moral de topos les dicte. En este caso las ideas, para influir a masas
considerables, han de convertirse primero en frígidas, serias y embalsamantes
doctrinas, luego en ideologías rechinantes, y finalmente en eslóganes pintados
en las paredes. En fin. Me refiero a esa inevitable deformación en el tránsito
de la idea hasta la ideología.
Por otra
parte las “grandes ideas” que vociferan los intelectuales, suelen revelar
pronto su ineficacia, su carencia de asideros, su “idealismo”…
Queridos
compañeros/as
Compañera,
compañero, ¿serán, tal vez, estas ideologías -que en su núcleo llevan consigo
los cimientos del judeocristianismo- un mero simulacro de paraíso artificial?
¿Serán estas ideologías, frágiles ramitas quebrajadas para sostenerse y no caer
al precipicio que es la
Realidad tal cual? ¿Será que estas ideologías mitómanas,
estos delirios travestidos en “causas” son los que han hecho de esta mierda un
mundo peor? Yo creo que sí. ¿Y tú?
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