jueves, 20 de noviembre de 2014

Ni te cases ni te embarques V: La Metáfora

Eons_of_Orgy_and_Superstition_by_gromyko
La escritura del español, por su esencia misma, se asemeja a un laberinto, en contraposición al inglés que es directo. Esta idea la recuerdo vagamente de Borges para el que, dicho sea de paso, un desierto también es un laberinto. Entonces el español que es laberinto que es desierto, para los antiguos chamanes, también podría ser purificación, pues el desierto es el lugar de la comunión divina con nuestra esencia más íntima que, en mi opinión, es la Nada. Si la metáfora poética, entonces, hace espirales con las palabras es para indistinguirlas en el apeirón interior. El trasfondo, el significado ulterior de todo significado, es el vacío.
Pero más allá de las ventajas espirituales que tiene un idioma indirecto, tenemos el uso de las metáforas donde una cosa cualquiera (o cualsea) es remplazada por otra cosa cualquiera (o cualsea.) Es una rebelión contra la norma y lo establecido. El poeta que usa y abusa de la metáfora es, por antonomasia, un inconforme con las normas, un violador de las leyes y un filósofo que, en una mera apología de la destrucción (Mäinlander), aboga por el aniquilamiento y la disgregación. La metáfora es la violencia por derecho propio que miles de escritores nos han legado como un arma preciosa y, sin embargo, envenenada.
La metáfora es como un cuchillo: dependiendo de en manos de quien esté, puede ser una herramienta útil o una calamidad, un peligro para sí mismo y para los demás. Empero, recomiendo el uso de la metáfora para licuar la realidad. No estamos hablando de la destrucción por la destrucción, aunque confieso que no deja de ser un bello pensamiento la destrucción de todo lo que existe. La metáfora funciona, en cambio, como bisección para el diagnóstico de una sociedad humana que no deja de pudrirse. En ese sentido, el papel de los nuevos escritores es ser espejo de la mierda.
En su artículo Orgía, Mircea Eliade, critica la noción de metáfora tachándola de magia oscura, rebelión, acto demoníaco de descomposición, violencia, pérdida en la masa, anulación de la identidad, adulterio e incesto. Esto, precisamente porque, para Eliade, la metáfora es homologada con la orgía. Yo diría que la orgía es una metáfora de la metáfora, o viceversa: la metáfora es una orgía de la orgía. Dicha dilucidación que Eliade detesta, yo la amo. Precisamente en su artículo lleno de bilis e incomprensión (que él mismo confiesa), encuentro mi aliciente para escribir.
Magia oscura: mejor que la clara. En lo más oscuro de la noche es donde el sabio abre su pupila. Descomposición: deconstrucción: vivisección: análisis. Violencia: mejor en las letras que en otro lado. Purgante del instinto homicida. Pérdida en la masa: el carácter único es uno de los mitos más vulgares de la psicología. Y, para ser sinceros, la gente sobrevalora su identidad. Despójate de tabúes y abraza el cosmos con su silencio perfecto. Y, por último, adulterio e incesto: la exaltación de la carne por encima de todas las leyes morales, el grito de la sangre, el aullido de los nervios, el semen de la conciencia, el flujo vaginal de las manos, el caos creador: he ahí la fuerza de la metáfora.
Texto publicado en : http://mueremata.wordpress.com/

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