sábado, 30 de agosto de 2014

TU AMIGO EL VAMPIRO. Conde de Lautréamont

Sí, os supero a todos en mi innata crueldad, que no estuvo en mi mano reprimir. ¿Es esta la razón por la que estáis todos postrados frente a mí? ¿O bien el estupor de verme, fenómeno inaudito, recorrer como horrible cometa el espacio ensangrentado?

Una lluvia de sangre brota de mi cuerpo inmenso, semejante a una nube negra que empuje ante sí el huracán. No temáis nada, hijos míos. No quiero maldeciros. El mal que me habéis ocasionado es demasiado grande; demasiado grande el mal que yo os he ocasionado, para que sea intencional. Vosotros habéis recorrido vuestro camino y yo el mío, ambos semejantes, ambos perversos. Era natural encontrarnos, dada nuestra afinidad. El choque que ha seguido al encuentro nos ha resultado recíprocamente fatal”.

Al llegar a este punto, los hombres empezarán a levantar las cabezas, adquiriendo de nuevo valor, y, para ver quién está hablando, alargarán el cuello igual que caracoles. De repente, su rostro alterado, descompuesto, se deformará en una mueca tan monstruoso que incluso los lobos quedarán aterrorizados. Todos a la vez, los hombres se enderezarán de golpe, como un muelle gigantesco. ¡Cuántas imprecaciones! ¡Qué clamor de voces! Me han reconocido. Y he ahí que los animales terrestres se unen a los hombres y hacen oír sus extraños alborotos. Ningún odio divide ya a ambas razas. El odio de cada uno está dirigido contra el enemigo común: yo. El consentimiento universal les une. Vientos que me estáis transportando, levantadme todavía más alto: temo la perfidia. Sí, desaparezcamos, poco a poco de su vista... Adiós, viejo, y piensa en mí, si me has leído...; y tú, joven, no desesperes. En efecto, tienes en el vampiro a un amigo, aunque seas de otra opinión. Si además, tienes en cuenta el ácaro sarcopto que te pega la roña, ¡tendrás dos amigos!

Conde de Lautréamont (1846-1870)

viernes, 29 de agosto de 2014

PALABRAS. Alejandra Pizarnik



Palabras

Se espera que la lluvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera. Se dice. Por amor al silencio se dicen miserables palabras. Un decir forzoso, forzado, un decir sin salida posible, por amor al silencio, por amor al lenguaje de los cuerpos. Yo hablaba. En mí el lenguaje es siempre un pretexto para el silencio. Es mi manera de expresar mi fatiga inexpresable.
Debiera invertirse este orden maligno. Por primera vez emplear palabras para seducir a quien se quisiera gracias a la mediación del silencio más puro. Siempre he sido yo la silenciosa. Las palabras intercesoras, las he oído tanto, ahora las repito. ¿Quién elogió a los amantes en detrimento de los amados? Mi orientación más profunda: la orilla del silencio. Palabras intercesoras, señuelo de vocales. Ésta es ahora mi vida: mesurarme, temblar ante cada voz, templar las palabras apelando a todo lo que de nefasto y maldito he oído y leído en materia de formas de seducción.
El hecho es que yo contaba, yo analizaba, yo relacionaba ejemplos proporcionados por los amigos comunes y la literatura. Le demostraba que la razón estaba de mi parte, la razón de amor.
Le prometía que amándome iba a serle accesible un lugar de justicia perfecta. Esto le decía sin estar yo misma enamorada, habiendo sólo en mí la voluntad de ser amada por él y no por otro.
Es tan difícil hablar de esto. Cuando vi su rostro por primera vez, deseé que fuera de amor al volverse hacia mi rostro. Quise sus ojos despeñándose en los míos. De esto quiero hablar. De un amor imposible porque no hay amor. Historia de amor sin amor. Me apresuro. Hay amor. Hay amor de la misma manera en que recién salí a la noche y dije: hay viento. No es una historia sin amor. Más bien habría que hablar de los sustitutos.
Hay gestos que me dan en el sexo. Así: temor y temblor en el sexo. Ver su rostro demorándose una fracción de segundo, su rostro se detuvo en un tiempo incontable, su rostro, un detenerse tan decisivo, como quien mueve la voz y dice no.
Aquel poema de Dylan Thomas sobre la mano que firma en el papel. Un rostro que dure lo que una mano escribiendo un nombre en una hoja de papel. Me dio en el sexo. Levitación; me izan; vuelo. Un no, a causa de ese no todo se desencadena. He de contar en orden este desorden.
Contar desordenadamente este extraño orden de cosas. A medida que no vaya sucediendo.
Hablo de un poema que se acerca. Se va acercando mientras a mí me tienen lejos. Sin descanso la fatiga; infatigablemente la fatiga a medida que la noche—no el poema—se acerca y yo estoy a su lado y nada, nada sucede a medida que la noche se acerca y pasa y nada, nada sucede.
Sólo una voz lejanísima, una creencia mágica, una absurda, antigua espera de cosas mejores.
Recién le dije no. Escándalo. Transgresión.
Dije no, cuando desde hace meses agonizo de espera y cuando inicio el gesto, cuando lo iniciaba... Trémulo temblor, hacerme mal, herirme, sed de desmesura (pensar alguna vez en la importancia de la sílaba no).

  Alejandra Pizarnik, Prosa completa, Lumen, pp. 24-27

jueves, 28 de agosto de 2014

LAS UNIONES POSIBLES. Alejandra Pizarnik.



Las uniones posibles. 

La desparramada rosa imprime gritos en la nieve. Caída de la noche, caída del río, caída del día. Es la noche, amor mío, la noche caliginosa y extraviada, hirviendo sus azafranadas costumbres en la inmunda cueva del sacrosanto presente. Maravillosa ira del despertar en la abstracción mágica de un lenguaje inaceptable. Ira del verano. Ira del invierno. Mundo a pan y agua. Sólo la lluvia se nos dirige con su ofrenda inimaginable. La lluvia al fin habla y dice.
Meticulosa iniciación del hábito. Crispados cristales en jardines arañados por la lluvia. La posesión del pretendido pasado, del pueblo incandescente que llamea en la noche invisible. El sexo y sus virtudes de obsidiana , su agua flameante haciéndose en contra de los relojes. Amor mío, la singular quietud de tus ojos extraviados, la benevolencia de los grandes caminos que acogen muertos y zarzamoras y tantas sustancias vagabundas o adormiladas como mi deseo de incendiar esta rosa petrificada que inflige aromas de infancia a una criatura hostil a su memoria más vieja. Maldiciones eyaculadas a pleno verano, cara al cielo, como una perra, para repudiar el influjo sórdido de las voces vidriosas que se estrellan en mi oído como una ola en una caracola.
Véate mi cuerpo, húndase su luz adolescente en tu acogida nocturna, bajo olas de temblor temprano, bajo alas de temor tardío. Véate mi sexo, y que haya sonidos de criaturas edénicas que suplan el pan y el agua que no nos dan.
¿Se cierra una gruta? ¿Llega para ella una extraña noche de fulgores que decide guardar celosamente? ¿Se cierra un paisaje? ¿Qué gesto palpita en la decisión de una clausura? ¿Quién inventó la tumba como símbolo y realidad de lo que es obvio?
Rostros vacíos en las avenidas, árboles sin hojas, papeles en las zanjas: escritura de la ciudad. ¿Y qué haré si todo esto lo sé de memoria sin haberlo comprendido nunca? Repiten las palabras de siempre, erigen las mismas palabras, las evaporan, lasdesangran. No quiero saber. No quiero saberme saber. Entonces cerrar la memoria: sus jardines mentales, su canto de veladora al alba. Mi cuerpo y el tuyo terminando, recomenzando, ¿qué cosa recomenzando? Trepidación de imágenes, frenesí de sustancias viscosas, noches caníbales alrededor de mi cadáver, premisión de no verme por una horas, alto velar para que nada ni nadie se acerque. Amor mío, dentro de las manos y de los ojos y del sexo bulle la más fiera nostalgia de ángeles, dentro de los gemidos y de los gritos hay un querer lo otro que no es otro, que no es nada...

jueves, 21 de agosto de 2014

LOS NUEVOS CÍNICOS. Michel Onfray

«Hoy es perentorio que aparezcan nuevos cínicos: a ellos les correspondería la tarea de arrancar las máscaras, de denunciar las supercherías, de destruir las mitologías y de hacer estallar en mil pedazos los bovarismos generados y luego amparados por la sociedad. Por último, podrían señalar el carácter resueltamente antinómico del saber y los poderes institucionalizados. Figura de la resistencia, el nuevo cínico impediría que las cristalizaciones sociales y las virtudes colectivas, transformadas en ideologías y en conformismo, se impusieran a las singularidades. No hay otro remedio contra las tiranías que no sea cultivar la energía de las potencialidades singulares, de las mónadas».

— Michel Onfray, Cinismos: retrato delos filósofos llamados perros., Trad. Alcira Bixio, Buenos Aires, Paidós, 2002. p. 32

lunes, 18 de agosto de 2014

Slavoj Žižek entra en una peluquería

zizek
Slavoj Žižek

(Original de Mallory Ortberg)

Slavoj Žižek entra en una peluquería sin hacer cita
se sienta en la primera silla vacía
“quiero un corte”, le dice a nadie
y a todos
“Corta mi cabello. Haz que luzca terrible.”
“Y no me mires a los ojos.”

ser Marxista
no es excusa
para no verte bien

Slavoj Žižek, ¿estás enojado
con el capitalismo
o con las tijeras?
Slavoj Žižek
por qué no intentas plagiar la próxima vez
otro estilo de corte de cabello

Slavoj Žižek
tu corte de cabello es como el capitalismo tardío
privado de integridad
y sostenido en una infraestructura vacilante

Slavoj Žižek
tu barba
como el Comunismo
funciona mejor en la teoría
que en el mundo real

Slavoj Žižek
recuerda que Derrida se opuso a las tesis claramente definidas sobre bases filosóficas
no sobre coqueterías personales

hasta tu corte de cabello es una mala lectura de Hegel
recuerda
tu ontología puede dar primacía al sujeto creativo que manipula el discurso
y usa un peine
al mismo tiempo
Slavoj Žižek
¿te mataría sonreír?

toma una ducha Slavoj Žižek
descansa un poco
te ves fatal
tus amigos están muy preocupados por ti, Slavoj Žižek
tus amigos están preocupados por ti y por tu cabello, Slavoj Žižek
tus amigos están preocupados por ti y por tu cabello y por tu idea de subjetividad, Slavoj Žižek

Slavoj Žižek entra en una peluquería
y vuelve a salir
Nada ha cambiado.

“La palabra es el asesinato de la cosa, no sólo en el sentido elemental de implicar su ausencia –al nombrar una cosa, la tratamos como ausente, muerta, aunque aún siga presente—sino sobre todo en el sentido de su disección radical: la palabra ‘compartimentaliza’ a la cosa, la arranca de su inserción en el contexto concreto, trata a sus partes componentes como entidades sin existencia autónoma: hablamos de color, forma, perfil, etc., como si estas poseyesen un ser autosuficiente.”

tu corte de cabello

es el asesinato
de tu cabeza

 Traducción de @javier_raya

viernes, 15 de agosto de 2014

Tienen en común ese tufo a ausencia que se desprende de los sótanos. No van, solo aparecen. No están, se manifiestan. 

La vida los arrojó de la nada y ellos se juntaron en la inercia. Lanzan anzuelos para que otros gusanos trepen hasta la punta de su existencia y entonces sí, se ovillan, se vuelven un capullo grotesco del cual brotarán mariposas mutantes. 

Por otra parte, no podría ser menos enternecedor el hecho de ver como rascan en la niebla como quien, sin saber, busca a tientas el paredón donde será fusilado. Tristes, pusilánimes, frágiles. Reyes de nada. Personeros de una historia que cada vez más se vuelve una carcajada. 

La risa de la muerte resuella sin eco en sus cabezas huecas.

Alzan el cuello, ciegas tortugas, criaturas desesperadas. Se desnudan para meterse entre la multitud esperando que alguien diga: ¡mira, está desnudo! Lo que ignoran es su condición de eructo: crujen y apestan, pero nadie los puede ver. 

Así van por la vida y por la muerte, en la orilla de la existencia. Son marginados que tienen el privilegio de posar para la cámara y decir adiós en tiempo real. 

Patéticos.



Texto publicado en http://frank-lozano.blogspot.com

jueves, 14 de agosto de 2014

LA NOCHE. Alejandra Pizarnik

Poco sé de la noche
pero la noche parece saber de mí, y más aún, me asiste como
si me quisiera,
me cubre la conciencia con sus estrellas.

Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.
Tal vez la noche es nada
y las conjeturas sobre ella nada
y los seres que la viven nada.
Tal vez las palabras sean lo único que existe
en el enorme vacío de los siglos
que nos arañan el alma con sus recuerdos.

Pero la noche ha de reconocer la miseria
que bebe de nuestra sangre de nuestras ideas.
Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas
sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.
Su lágrima inmensa delira
y grita que algo se fue para siempre.

Alguna vez volveremos a ser.

CENIZAS. Alejandra Pizarnik


La noche se astilló de estrellas 
mirándome alucinada 
el aire arroja odio 
embellecido su rostro 
con música. 

Pronto nos iremos. 

Arcano sueño 
antepasado de mi sonrisa 
el mundo está demacrado 
y hay candado pero no llaves 
y hay pavor pero no lágrimas. 

¿Qué haré conmigo? 
Porque a Ti te debo lo que soy 
Pero no tengo mañana 
Porque a Ti te... 
La noche sufre.

viernes, 8 de agosto de 2014

INSTRUCCIONES PARA LA VIDA. Conde de Lautréamont

¡Qué niño tan gracioso está sentado en un banco del jardín de las Tullerías! Sus ojos audaces miran fijamente a lo lejos, en el espacio, algún objeto invisible. No debe tener más de ocho años pero, no obstante, no se divierte como sería normal. Al menos, debería reír y pasearse con algún camarada en lugar de estar solo; pero ese no es su carácter.
     ¡Qué niño tan gracioso está sentado en un banco del jardín de las Tullerías! Un hombre, con aspecto equívoco, movido por deseo oculto viene a sentarse en el mismo banco. ¿Quién es? No necesito decíroslo pues le reconoceréis por su conversación tortuosa. Escuchemos, sin molestarles.
     —Niño, ¿en qué piensas?
     —Pensaba en el cielo.
     —No es necesario que pienses en el cielo; es suficiente ya con pensar en la tierra. ¿Estás fatigado de vivir, tú que apenas acabas de nacer?
     —No, pero todos prefieren el cielo a la tierra.
     —Bueno, yo no. Pues si el cielo ha sido hecho por Dios, lo mismo que la tierra, ten la seguridad que encontrar allí los mismos males que acá abajo. Después de tu muerte, no serás recompensado por tus méritos, pues si cometen injusticias contigo en esta tierra (como comprobarás, por experiencia, más tarde), no hay razones para que, en la otra vida, no se cometan también. Lo mejor que puedes hacer es no pensar en Dios y hacerte justicia tú mismo, ya que te la niegan. Si uno de tus camaradas te ofendiese, ¿no te gustaría matarlo?
     —Está prohibido.
     —No está tan prohibido como piensas. Se trata solamente de no dejarse atrapar. La justicia que proporcionan las leyes no vale nada; es la jurisprudencia del ofendido la que cuenta. Si detestases a uno de tus camaradas, ¿no serías desdichado por soñar que a cada instante tienes su pensamiento delante de tus ojos?
     —Es verdad.
     —He aquí entonces a uno de tus camaradas que te hará desdichado durante toda la vida; pues viendo que tu odio siempre será pasivo no dejaría de burlarse de ti y de hacerte daño impunemente. Sólo existe un medio de terminar con esta situación: desembarazarse del enemigo. Hasta aquí quería llegar para hacerte comprender sobre qué bases se funda nuestra sociedad. Cada uno debe tomarse la justicia por sí mismo, salvo que sea un imbécil. El que obtiene la victoria sobre sus semejantes es el más astuto y el más fuerte. ¿Es que no querrás algún día dominar a tus semejantes?
     —Sí, sí.
     —Sé, pues, el más fuerte y el más astuto. Todavía eres muy joven para ser el más fuerte. Pero puedes, desde hoy, emplear la astucia, la más bella herramienta de los hombres de genio. Cuando el pastor David alcanzó en la frente al gigante Goliat con una piedra lanzada con su honda, ¿no es admirable observar que sólo con la astucia David venció a su rival y que, por el contrario, si hubiera luchado cuerpo a cuerpo, el gigante lo habría aplastado como a una mosca? Igual te pasaría a ti. A guerra abierta jamás podrás vencer a los hombres, sobre los cuales estás deseando imponer tu voluntad; sin embargo, con astucia, podrás luchar solo contra todos. ¿Deseas riquezas, hermosos palacios y la gloria? ¿O me has engañado cuando mantenías estas nobles pretensiones?
     —No, no os engañaba. Pero quisiera conseguir lo que deseo por otros medios.
     —Entonces no conseguirás nada absolutamente. Los medios virtuosos y bonachones no conducen a nada. Es necesario poner en movimiento palancas más enérgicas e intrigas más hábiles. Antes de que consigas la celebridad por tu virtud, mientras alcanzas la meta, mucha gente habrá tenido tiempo de hacer cabriolas por encima de tus hombros, llegando antes que tú al final de la carrera, de tal forma, que ya no habrá sitio allí para tus ideas mezquinas. Es preciso saber abarcar con más grandeza el horizonte del tiempo presente. Por ejemplo, ¿alguna vez has oído hablar de la gloria inmensa que aportan las victorias? Pero las victorias no se hacen solas. Es necesario verter sangre, mucha sangre, para engendrarlas y depositarlas a los pies de los conquistadores. Sin los cadáveres y miembros esparcidos que se descubres en la llanura, donde se ha efectuado súbitamente carnicería, no habría guerra y, sin guerra, no habría victoria. Estás comprobando que cuando se desea ser célebre, es necesario zambullirse con gallardía en ríos de sangre alimentados por la carne de cañón. El fin justifica los medios. La primera cosa que se necesita, para ser célebre, es tener dinero. Ahora bien, como tú no lo tienes, necesitas asesinar para conseguirlo; pero como no eres bastante fuerte para manejar el puñal, hazte ladrón, a la espera de que tus miembros se hayan robustecido. Y para que se robustezcan más rápido te recomiendo hacer gimnasia, dos veces al día, una hora por la mañana y otra por la tarde. De esta forma podrás intentar el crimen, con cierto éxito, desde la edad de quince años, sin tener que esperar hasta los veinte. ¡El amor a la gloria lo excusa todo y tal vez, más tarde, dueño de tus semejantes, les harás casi tanto bien como mal les has hecho al comienzo!...
     Maldoror observa que la sangre hierve en la cabeza de su joven interlocutor; las ventanas de su nariz se hinchan y de sus labios brota una ligera espuma blanca. Le toma el pulso y sus pulsaciones son aceleradas. La fiebre se ha hecho dueña de este cuerpo delicado. Teme continuar hablando; el infeliz se escabulle contrariado por no haber podido conversar más tiempo con ese niño. Si en la edad madura es difícil controlar las pasiones, oscilando entre el bien y el mal, ¿qué pasará en un espíritu todavía inexperto? ¿Cuánta más energía necesitará? El niño se recuperará guardando cama tres días. ¡Quiera el cielo que el contacto maternal lleve la paz a esa flor sensible, frágil envoltura de una hermosa alma! 

— Conde de Lautréamont, Los cantos de Maldoror. Trad. Ángel Pariente. Alianza: Madrid, 2009., p. 84-88

Bipolaridad

Edmund Husserl, quien fuera a comienzos del siglo XX el fundador de la corriente filosófica conocida como Fenomenología dedicó toda su vida a tratar de erigir una ciencia sin supuestos. En este blog, que no es blog sino revista, pero que tampoco es revista sino blog, se nos pide que no partamos de ninguna premisa. El objetivo tanto de Husserl como de la revista que es y no es un blog y el blog que es y no es una revista tiene grabado en su misma estructura la esencia de su fracaso. Al igual que el ser humano no es lo que es y es lo que no es al mismo tiempo, la ausencia de supuestos y de premisas es en sí misma un supuesto y una premisa. La intrínseca convivencia de los opuestos es la textura misma del lenguaje de las ciencias, de la escritura y de la existencia. A nivel egológico el trastorno de bipolaridad constituye un ejemplo doloroso y grosero de la tensión heraclítea entre el arco y la lira, de la tragedia de una dialéctica que no logra superarse y del fracaso total y absoluto de la existencia.
Los límites de la narración de la experiencia subjetiva son claros. Como dice Sartre en La Náusea en la vida hay que elegir: vivir o contar. El único grado de verdad al que podemos acceder es al de la experiencia mientras es vivida. Esto quiere decir que todo lo que cuente de acá en más califica de falso. Sin embargo el estatuo epistémico de mi relato en primera persona carece por completo de relevancia: si la historia es narración, ¿qué hay en ello que no sea falso? El trastorno bipolar es la evidencia de la escisión de la subjetividad humana, de su incompletitud, de su incapacidad de cierre y de su perpetuo fracaso. Una persona bipolar vive en carne día a día lo que todas las filosofías posthumanistas teorizan en lenguaje barroco y ediciones de lujo. No hay permanencia, no hay un estado. No hay un yo que pueda decir: esta soy yo. El bipolar vive en cuerpo a cada segundo la herida narcisista que la historia de la humanidad comenzó a padecer cuando el decurso de la historia del pensamiento decretó que la subjetividad no era ya la piedra de toque de la realidad, el parámetro de la verdad y la objetividad del mundo. El bipolar pierde todo parámetro de realidad en torno a su personalidad y teme, constantemente, la pérdida del parámetro de realidad del mundo y de los otros, el coqueteo con lo psicótico es el fantasma que te recorre por dentro.
“Hoy tengo un día de lucidez mental y estabilidad emocional” fue la no-premisa a la base de esta entrada. “Aprovéchenme”. Aprovéchenme porque hoy estoy segura de ser quién soy. Pero mañana voy a estar segura de ser otra, y pasado otra. Un buen día le pregunté a mi terapeuta si alguna vez me iba a curar, si esto era pasajero, si iba a adquirir alguna vez otra estructura de personalidad. Como en el caso de Husserl, de esta revista que no es blog ni de este blog que no es revista y de la realidad humana en general el fracaso de la respuesta estaba grabado la estructura de la pregunta: ¿cómo poder cambiar la estructura de mi personalidad si ella misma se constituye, justamente, sobre una carencia de estructura? El trastorno bipolar es doloroso. Del mismo modo en que la verdad es dolorosa: constatar en carne propia que la subjetividad está escindida, que sobre ella nada estable se puede construir, que un día soy una y otro día soy otra para terminar siendo sub specie aeternitatisnada. La nada misma. Y lo que es más doloroso aún que todas las complicaciones empíricas que el trastorno bipolar te puede traer es saber que estás experimentando la verdad y, sin embargo, no poder contarla sin que se convierta en falsa. Sin que se convierta en otra.

Texto publicado en http://esrevista.wordpress.com

domingo, 3 de agosto de 2014

Invocarnos

Hay ciertas cosas de mí que me molestan.
Ser un marsupial que nació ciego
y que teme salir de la bolsa;
no llegar a las tetas oscuras del tabaco,
resbalar y no caer.
Hay ciertas cosas de ti que amo.
Tu propensión a ser mía siendo tuya.
El esplendor de tu cuerpo
bellamente dosificado
en gotas de sexo.
El domingo es un techo corredizo.
Debajo de él
todo es un estanque sin ranas,
un sonido emitido por un tambor apolillado.
Hay ciertas cosas que nos hacen.
La ciudad y la no ciudad.
Los espacios que negamos
para pertrecharnos desnudos
frente al ventilador
y no saber nada
porque sabemos todo
o todo lo tenemos
porque dentro de esa nada
habita un absoluto.
Hay una forma rotunda de averiguar
en dónde estamos
y cuando cierras los ojos y yo los cierro
aparecemos.
De ahí el tacto, o este respiro.
Mientras tanto
no me canso
de invocarnos. 

sábado, 2 de agosto de 2014

I
La vigilia es la hora de los rotos
se yerguen en huesos
luego se deshojan
afirman que el suyo
es un mundo libre de fantasmas.
II
En el vaivén del tiempo
 declina el remolino
su ojo de agua devela un corazón
que no palpita
carne de cañón existencial.
III
El párpado es una red que atrapa la luz
agujero de negra brevedad
hondura que constriñe
ciega y asfixia.
IV
¿A quién transfiguraré en mi ceguera?
¿A quién romperé mientras respiro?
¿A quién destruirán mis sueños?

pregunta el ojo         
exhala el pulmón
dice el hombre.
V
¿A quién devolveremos nuestra inexistencia?

Texto publicado en http://frank-lozano.blogspot.mx