«Básicamente, lo único que pido es que cada cual se ocupe de sus propios asuntos y yo haré otro tanto. ¿Por qué será que sólo porque uno utiliza drogas duras todo quisque se cree con derecho a diseccionarle y analizarle?
Una vez que aceptas que tienen ese derecho, te unirás a ellos en la búsqueda de ese santo grial, esa cosa que te hace funcionar. Entonces les escucharás, y te dejarás embaucar hasta creerte cualquier teoría sacada del culo que escojan atribuirte sobre tu conducta. Entonces eres suyo, no tuyo; la dependencia se desplaza de la droga a ellos.
La sociedad inventa una lógica falsa y retorcida para absorber y canalizar el comportamiento de la gente cuyo comportamiento está fuera de los cánones mayoritarios. Supongamos que conoces todos los pros y los contras, sabes que vas a tener una vida corta, estás en posesión de tus facultades, etcétera, etcétera, pero sigues queriendo utilizar el caballo. No te dejarán hacerlo. No te dejarán hacerlo, porque lo verían como una señal de su propio fracaso. El hecho de que simplemente elijas rechazar lo que tienen para ofrecerte. Elígenos a nosotros. Elige la vida. Elige pagar hipotecas; elige lavadoras; elige coches; elige sentarte en un sofá a ver concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu, atiborrándote la boca de puta comida basura. Elige pudrirte en vida, meándote y cagándote en una residencia, convertido en una puta vergüenza total para los niñatos egoístas y hechos polvos que has traído al mundo. Elige la vida.
Pues bien, yo elijo no elegir la vida. Si los muy cabrones no pueden soportarlo, ése es su puto problema. Como dijo Harry Lauder, sólo pretendo continuar así hasta el final del camino».
Trainspotting; Irvine Welsh.
Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu. Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida. No amo en sí misma a la creación. Tampoco entiendo el espíritu en sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los proyectos de mí mismo, cada uno de los brotes gélidos de mi vida interior expulsa sobre mí su baba. Estoy en una carta escrita para dar a entender el estrujamiento íntimo de mi ser, tanto como estoy en un ensayo exterior a mí mismo y que se me presenta como una indiferente incubación de mi espíritu. Sufro que el Espíritu no halle lugar en la vida y que la vida no se encuentre en el Espíritu, sufro del Espíritu-órgano, del Espíritu-traducción o del Espírítu-atemorizante-de-las-cosas para hacerlas ingresar en el Espíritu. Yo dejo este libro colgado de la vida, deseo que sea masticado por las cosas exteriores y en primer término por todos los estremecimientos acuciantes, todas las vacilaciones de mi yo por venir. Todas estas páginas se arrastran en el espíritu como témpanos. Perdón por mi total libertad. Me niego a hacer diferencias entre cada minuto de mí mismo. No acepto el espíritu planeado.
Es preciso acabar con el Espíritu como con la literatura. Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos los grados. Yo quisiera hacer un libro que altere a los hombres, que sea como una puerta abierta que los lleve a un lugar al que nadie hubiera consentido en ir, una puerta simplemente ligada con la realidad. Y esto no es el prefacio de un libro, como tampoco lo son los poemas que lo indican en la lista de todas las furias del malestar.
Esto no es más que un témpano atragantado. Una gran pasión razonadora y superpoblada arrastraba a mi yo como un puro abismo. Resoplaba un viento carnal y sonoro, y el azufre también era denso. Y pequeñas raíces diminutas llenaban ese viento como un enjambre de venas y su entrelazamiento fulguraba. El espacio sin forma penetrable era calculable y crujiente. Y el centro era un mosaico de trozos como una especie de rígido martillo cósmico, de una pesadez deformada y que sin parar cae como un muro en el espacio con un estruendo destilado. Y la cubierta algodonosa del estruendo tenia la opción obtusa y una viva mirada que lo penetraba. Sí, el espacio entregaba su puro algodón mental donde ningún pensamiento era todavía claro ni devolvía su descarga de objetos. Pero paulatinamente la masa dio vueltas como una náusea potente y fangosa, una especie de fuerte flujo de sangre vegetal y detonante. Y las ínfimas raíces trémulas en el filo de mi ojo mental se arrancaban de la masa erizada del viento a una velocidad vertiginosa. Y todo el espacio como un sexo saqueado por el vacío ardiente del cielo, se estremeció. Y algo como un pico de paloma real socavó la masa turbada de los estados, todo el pensamiento más hondo se diversificaba, se disipaba, se volvía claro y reducido. Entonces era preciso que una mano se transformara en el órgano mismo de la aprehensión. Y aún dos o tres veces giró la masa artificial y cada vez, mi ojo se enfocaba sobre un sitio más exacto. La oscuridad misma se hacía más densa y sin objeto. Todo el hielo ganaba la claridad.
Dios-el-perro contigo y su lengua que atraviesa la costra como una saeta del doble morrión abovedado de la tierra que le causa ardor.
Y aquí está el triángulo de agua que se aproxima con paso de chinche pero que bajo la chinche ardiente se transforma en cuchillada.
Bajo los senos de la espantosa tierra dios-la-perra se ha marchado, de los senos de la tierra y de agua congelada que pudren los agujeros de su lengua.
Y aquí está la virgen-del-martillo para masticar las cuevas de la tierra donde la calavera del perro del cielo siente crecer el horroroso nivel.
Doctor,
Hay un asunto sobre el cual hubiera querido insistir: es el de la relevancia de la cosa sobre la cual operan sus inyecciones; esta especie de languidecimiento esencial de mi ser, esta disminución de mi estiaje mental, que no quiere decir, como podría creerse, un rebajamiento cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) o ni siquiera de mi inteligencia, sino más bien de mi intelectualidad servible, de mis recursos razonantes, y que se relaciona más con el sentimiento que tengo yo mismo de mí mismo yo, que con lo que pongo de manifiesto a los demás de él. Esta vitrificación sorda y polimorfa del pensamiento que en cierto momento elige su forma. Hay una vitrificación inmediata y llana del yo en el centro de todas las posibles formas, de todos los modos posibles del pensamiento. Y, señor Doctor, ahora que usted está bien enterado de lo que puede ser alcanzado en mí (y curado por las drogas), de la zona de conflicto de mi vida, espero que sabrá suministrarme la cantidad suficiente de líquidos sutiles, de reactores especiosos, de morfina mental, capaces de sobreponer mi abatimiento, de enderezar lo que cae, de juntar lo que está separado, de reparar lo que está destruido.
Le saluda mi pensamiento De "L'Ombilic des limbes" Versión de L.S.
lunes, 12 de octubre de 2015
La furia me eleva al espacio sideral
como perro hambriento,
siguiendo la presa que ya fue encontrada por otro
no hay, ni ética, ni moral
pernoctamos en el piélago de la horrorosa libertad
A lo largo de la historia la ciencia se ha visto entremezclada con la moral y la política, pues normalmente se ha encontrado al amparo y patrocinio del poder, el cual determina la norma social, de forma que no podemos entender la institución científica al margen de dicha norma, la primera responde a los intereses de la segunda.
Si a esto añadimos la compartimentación absoluta de las relaciones productivas e intelectuales que se da en las sociedades actuales, donde cada cual recibe una formación segmentada en función de un objetivo productivo concreto y delimitado, observamos que se genera la interdependencia necesaria para favorecer que la sociedad confiera rápida credibilidad a cualquier verdad o realidad que sea impuesta desde los diferentes ámbitos, entre ellos el de la ciencia, la cual deviene nuevamente en una valiosa herramienta para los intereses del poder.
Dicho poder fomenta una organización social, predominante en la historia de la humanidad, que se cimenta en el sistema de dominación de unos seres sobre otros, constituyendo un sistema irracional pero beneficioso para las elites que detentan el poder, las cuales saben que sus privilegios no se pueden mantener únicamente mediante métodos coercitivos directos, sino que resulta más duradero y efectivo si la socialización misma de las y los individuos es la apropiada a sus intereses. Por tanto requiere de relaciones sociales bajo el marco de una normativa cultural y biopolítica concreta, de forma que la persona construya su yo, su personalidad, en base a ellas, desde los primeros inicios y a lo largo de toda su vida, mediante la familia, las amistades, los entornos y todas las instituciones que la tutelan en su devenir vital y que la irán dejando la impronta del discurso oficial y su normatividad preconcebida e intencionada, haciéndola aceptar un tipo de relaciones y roles sociales manifiestamente injustos y autoritarios.
El status quo imperante se nutre de esta socialización, la cual al estar en gran parte desnaturalizada requiere de un barnizado científico que la dote de legitimidad y de elementos agresivos para su defensa, como la biologización de las relaciones sociales, culturales y subjetivas.
Y es que si bien resulta necesario que los sujetos socialicen, al fin y al cabo somos seres sociales y en ello residió nuestro éxito como especie, también es cierto que más allá del hecho evolutivo o de nuestra propia naturaleza gregaria, actualmente se da una sobresocialización forzosa en las personas de las sociedades capitalistas, lo cual responde a intereses específicos de control y perpetuación de un modelo social que conlleva que las personas intenten pensar, sentir y actuar moralmente según dichos intereses, lo cual supone una dura carga ante sentimientos y acciones que en realidad no tienen un origen moral, por tanto dicha sobresocialización no deriva en un desarrollo real de las personas en tanto que se hayan mediatizadas a intereses que les son ajenos. Cuando dichas personas se quiebran o simplemente no cumplimentan su rol, es decir, no socializan o muestran cualquier tipo de inadaptación, esto las lleva a ser inmediatamente patologizadas, discriminadas, tanto por las instituciones (psiquiatría) como por una sociedad miope con la oficialidad científica, como explicábamos al principio, ahondándose el abismo entre la persona “asocial” y las personas categorizadas “normales”.
La socialización como adoctrinamiento
Este hecho resulta peligroso para la libertad de los individuos, pues se genera la polaridad necesaria para redefinir paulatinamente la normalidad, que a su vez requiere de una “anormalidad” que señalar y poder discriminar, las personas “diferentes” sufrirán el rechazo social (incluido el familiar), serán aisladas por su disonancia respecto de la norma, sin que esta sea causada por un contexto clásico de opuestos políticos, es decir, el mero hecho de no entrar en el molde dentro de una sociedad que sobresocializa constituye en sí mismo un hecho subversivo de significancia política que llevará a cualquiera a ser patologizada o patologizado y a negársele la posibilidad de entender el trastorno que su estado “asocial” les pueda originar así como a que no se ejerza una crítica sobre ello que ayude a la normalización de sus emociones diferenciadas del común, aumentándose tanto la problemática como el rechazo que provoca en las mentes domesticadas en la obediencia a la norma.
Así pues, mediante la socialización se produce una transferencia ética e intelectual a las personas respecto de una sociedad permeabilizada al ideario predominante, que por si fuera poco se complementa biologizando aspectos éticos e intelectuales por un lado y patologizándolos por otro, elevándose en este caso la patologización a la máxima esencia como herramienta de represión y control social. Ejemplo claro de ello lo podemos observar en el hecho que hasta la publicación de la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (libro de referencia en psiquiatría), se efectuaba una patologización de las personas transgénero, catalogadas bajo el estigma del “trastorno de identidad”, y se las forzaba a una normalización binaria como modelo de salud, lo cual en realidad solo respondía a intereses morales patriarcales heteronormativos, religiosos y de fomento de la transfobia. Más ejemplos descarados de patologización politizada los encontramos cuando en base a características conductuales, éticas y hasta físicas se inferían conductas criminales, asociales, negativas e incluso de inferioridad, tanto intelectual como racial, constituyendo pues una agresión bien racista bien por ideología, en este último caso contra aquellas ideas que no fueran asimilables por el juego político sistémico, el anarquismo por ejemplo.
Las mujeres, a lo largo de la historia y en la actualidad son otro claro exponente de lo dicho, pues sumado a una socialización antinatural en tanto que contraria a sus intereses biológicos e individuales, impuesta por la sociedad patriarcal, también sufren por cuestión de género una patologización desarrollada por una medicina occidental androcéntrica, por tanto parida a partir de un modelo masculino que ha culpabilizado, ignorado, medicalizado y transfigurado las reacciones corporales femeninas y reducido a ansiedad y depresión muchos de sus malestares sin tener en consideración las causas, máxime cuando estas provienen de hechos sociales, lo que lleva a que se las inunde de ansiolíticos y antidepresivos, llegando a recibir mas de las 3/4 partes de los que se recetan en España.
Nos hayamos pues ante un modelo social de perpetuación del poder y sus intereses, donde la patologización psiquiátrica es capaz de responder a construcciones políticas no inocentes y de control social. Siendo conocedores de esta realidad resulta necesario mantener una actitud crítica y vigilante para con las relaciones biopolíticas que nos atraviesan transversalmente y que nos configuran cotidianamente así como tratar de ir reduciendo la influencia autoritaria de la sociedad sobre el individuo, fomentándose su autonomía y sobretodo reconociendo el derecho a su individuación y unicidad, es decir, rechazando la sobresocialización, lo cual reduciría notablemente las problemáticas de diversas patologías, reales o inducidas y sobredimensionadas por el poder y su ideario de contención social.
Sara Montejano
Texto extraído de http://revistanada.com/2014/08/20/patologizacion/
Imagina si quieres que una mañana te levantas en otro mundo. Mientras te friegas los ojos para acostumbrarte a la brillante luz solar, ves que en muchos aspectos es un mundo no muy diferente a éste. Todo a tu alrededor son criaturas que, a tus ojos, aparecen como idénticos a los seres humanos con quienes estás acostumbrado a compartir el mundo. Les observas ocupándose de sus actividades cotidianas, viviendo sus vidas, involucrándose en conversaciones con otras personas, efectuando la miríada de elecciones y decisiones que inherentemente la vida exige. El panorama se presenta reconfortantemente familiar.
Pero en este mundo pronto descubres que las cosas no son necesariamente como aparentan. Dado que estos seres NO son seres humanos. No, ellos son "organismos cuerpo/mente" que, a diferencia de sus contrapartes los humanos, no tienen la capacidad de elegir entre diferentes opciones o efectuar decisiones. De hecho estos organismos no disponen siquiera de algo parecido a lo que llamaríamos el libre albedrío. Los guiones de sus vidas enteras fueron indeleblemente escritos mucho antes de que nacieran, permitiéndoles únicamente comportarse mecánicamente en conformidad con su programación preestablecida. Estas criaturas aparentemente humanas, no son muy diferentes de máquinas. A pesar de que según todas las apariencias se comportan como individuos ordinarios que piensan libremente, afanosamente ocupados en sus actividades diarias, extrañamente, cuando se les pregunta, sostienen que ellos no están haciendo nada en absoluto. De hecho, en este peculiar mundo, dicen que ellos son "no hacedores". Más aún, a nadie en este mundo jamás se le considera que haya de rendir cuentas por nada. Incluso cuando uno de estos seres parece que daña a otro, no se siente remordimiento ni se le atribuye culpa. Si les preguntaras a estos organismos cuerpo/mente acerca de ello, la respuesta sería que no había nadie que hubiera hecho algo. La ética es un concepto desconocido aquí. Las leyes de la naturaleza parecen no tener aplicación en este desafiante nuevo mundo. O quizás han sido reescritas, ya que estos seres efectivamente parecen aplicar algunas extrañas leyes. Te preguntas en que lugar de la Tierra puedes hallarte. Pero no estás en la Tierra, has aterrizado en el Planeta Advaita.
Había venido a Bombay a entrevistar a Ramesh Balsekar, uno de los más conocidos maestros de Vedanta Advaita vivos en la actualidad. Vive en el corazón de esta vasta, caótica ciudad, en una exclusiva zona frente a la playa, que mi taxista me informó es el hogar de numerosos "VIPs". El portero de este edificio de apartamentos, asumiendo automáticamente que como yo era un occidental, debía venir a ver a Ramesh Balsekar, me dirigió a la última planta, donde Balsekar dispone de una espaciosa y bien equipada residencia. Balsekar fue un cortés anfitrión, que me ofreció un cálido recibimiento, vestido con un inmaculado atuendo tradicional indio. Sus maneras eran radiantes y animadas, y me costó de creer que tenía ochenta años.
Ramesh Balsekar tiene un inusual bagaje para ser un gurú indio. Educado en occidente, prosiguió hasta completar una muy fructífera carrera como ejecutivo, desde su puesto de presidente del "Bank of India" cuando tenía sesenta años. Y aunque afirma que siempre mostró inclinación a creer en el destino, no fue hasta después de haberse retirado que empezó su búsqueda espiritual, una búsqueda que rápidamente le llevó hacia su gurú — el renombrado maestro Advaita Sri Nisargadatta Maharaj. Nisargadatta fue un temperamental maestro que se hizo famoso en occidente en los setenta cuando se publicó una traducción en inglés de sus diálogos titulada Yo Soy Eso - un libro que se ha convertido en un clásico espiritual moderno. En menos de un año de conocer a Nisargadatta, Balsekar de repente llegó a lo que él ha denominado "la comprensión final" —iluminación— mientras él estaba traduciendo para su gurú. Según cuenta Balsekar, Nisargadatta le autorizó a enseñar justo antes de morir, y desde entonces ha estado constantemente compartiendo su mensaje como sucesor de su altamente apreciado maestro. Balsekar ha publicado muchos libros de sus enseñanzas y ha enseñado en Europa y Estados Unidos, así como ampliamente en la India. Cada mañana Ofrece satsang [audiencia con un maestro espiritual] en su apartamento, y un flujo constante de occidentales casi exclusivamente se acercan a Bombay para verlo.
Dado que este número de WIE (What Is Enlightment?) está centrado en la Advaita, inicialmente queríamos entrevistar a Balsekar porque es un popular e influyente maestro Advaita —ahora con estudiantes que él ha autorizado a enseñar por su cuenta— y también porque muchos lo consideran como el sucesor de uno de los más renombrados maestros de Advaita la era moderna. Sin embargo, estudiando los escritos de Balsekar, pronto nos dimos cuenta que estaba enseñando una poco usual y posiblemente idiosincrásica forma de Advaita que nos llevó a lo que apreciamos, francamente, como unas conclusiones cuestionables e incluso perturbadoras. A pesar de que el pensamiento hindú ha sido muy criticado por sus inclinaciones deterministas, parecía que Balsekar ha llevado este fatalismo hacia un extremo sin precedentes. Era, finalmente, tanto un deseo de explorar estas conturbadoras ideas tanto como proseguir en nuestro interés general en las enseñanzas Advaita lo que en último término me llevó a Bombay para hablar con él. Y aunque había venido anticipando que la reunión iba a ser un desafío, mirando hacia atrás, ahora me queda claro que mientras que nos servían café y nos acomodamos confortablemente en su salón, de ningún modo podría haberme preparado jamás para el diálogo que estaba a punto de tener lugar.
Entrevista
WIE: Usted se está convirtiendo en un maestro de Vedanta Advaita cada vez más conocido tanto en la India como en occidente. ¿Podría describirnos qué es lo que usted enseña?
Ramesh Balsekar: Realmente puedo ponerlo en una frase. La frase en la cual mi enseñanza entera está basada es: "Hágase tu voluntad" O como los musulmanes dicen, Inshallah—"Si Dios quiere." O para ponerlo en las palabras de Buda: "Los eventos ocurren, las acciones son efectuadas, en consecuencia no hay un hacedor individual." Vea, el conflicto básico en la vida es: "Siempre hago todo bien de modo que quiero mi recompensa, él o ella siempre hacen algo mal y deberían ser castigados. Eso es todo en lo que consiste la vida ¿no es cierto?
WIE: Bueno, ciertamente ocurre con mucha frecuencia.
RB: Esto es la base de lo que he observado. Todo el problema emerge porque alguien dice "Yo hice algo y yo merezco una recompensa, o él hizo tal cosa y en consecuencia quiero castigarlo a él por lo que hizo.
WIE: ¿Cómo logra que la gente se dé cuenta de esto?
RB: Es muy simple. Si usted analiza cualquier acción que usted considera ser su acción, encontrará que es la reacción del cerebro a un evento exterior sobre el que usted no tiene control. Un pensamiento llega —usted no tiene control sobre qué pensamiento va a aparecer. Algo es visto u oído —usted no tiene control acerca de qué va a ver u oír a continuación. Todos estos eventos ocurren sobre los cuales usted no tiene control. ¿Y entonces qué ocurre? El cerebro reacciona al pensamiento o a la cosa que ha visto, oído, olido o tocado. La reacción del cerebro es lo que usted llama "su acción". Pero, de hecho, esto es meramente un concepto.
WIE: ¿Cuál es la diferencia entonces entre pensamientos, sentimientos y acciones de una persona iluminada y aquellos de una persona que no lo está?
RB: Ocurre lo mismo. La única diferencia es que en el caso del sabio, él entiende que esto es lo que está ocurriendo. En consecuencia, sabe que no hay nada que él haga —todas las cosas simplemente ocurren. El sabio sabe que "yo no estoy haciendo nada". Pero el hombre ordinario dice "yo hago cosas y él o ella hace cosas. Por tanto quiero mi recompensa y quiero que él o ella sean castigados". La recompensa o el castigo depende de la idea de que él o ella o yo hacemos cosas.
WIE: Puedo entender desde mi propia experiencia que no tenemos ningún control sobre qué pensamientos o sentimientos emergen. Pero a veces la acción tiene lugar y a veces no, y me parece que hay una gran diferencia entre cuando un pensamiento meramente emerge y cuando tiene lugar una acción que afecta a otra persona.
RB: El ocurrir de la acción es el resultado del cerebro que reacciona al pensamiento. Si ocurre que el pensamiento es meramente atestiguado y el cerebro no reacciona al ese pensamiento, entonces no hay acción.
WIE: Pero si, como usted dice, no hay una persona que decide cómo responder, entonces ¿qué es lo que causa que una acción tenga lugar o no?
RB: Una acción ocurre si es la voluntad de Dios el que tal acción ocurra. Si no es la voluntad de Dios, la acción no ocurre.
WIE: ¿está usted diciendo que cualquier acción que ocurre es la voluntad de Dios?
RB: Sí, es la voluntad de Dios.
WIE: ¿Actuando a través de una persona?
RB: A través de una persona, sí.
WIE: ¿tanto si está iluminada como si no? En otras palabras, ¿ a través de cualquiera?
RB: Correcto. La única diferencia es, como dije, que el hombre ordinario piensa "es mi acción", mientras que el sabio sabe que no es la acción de nadie. El sabio sabe que "Las acciones son efectuadas, los eventos ocurren, pero no hay hacedor individual". Esa es la única diferencia, en lo que a mí concierne, hasta donde mi concepto llega. La única diferencia entre un sabio y una persona ordinaria es que la persona ordinaria piensa que cada individuo hace lo que ocurre a través de ese organismo cuerpo/mente. De modo que dado que el sabio sabe que no hay acción que él haga, si una acción resulta dañar a alguien, entonces hará lo que pueda para ayudar a esa persona —pero no habrá sentimientos de culpa.
WIE: ¿quiere usted decir que si un individuo actúa de una forma que acaba dañando a otro, entonces la persona que lo hizo, o, como usted dice el "organismo cuerpo/mente" que lo hizo, no es responsable?
RB: Lo que estoy diciendo es que usted sabe que "yo" no lo hice. No estoy diciendo que no lamento que dañara a alguien. El hecho de que alguien resultara dañado generará un sentimiento de compasión y el sentimiento de compasión producirá como resultado en tratar de hacer aquello que pueda para aliviar el daño. Pero no habrá sentimiento de culpa: ¡yo no lo hice! La otra cara de esto es que ocurre una acción que la sociedad elogia y me da una recompensa por ella. No estoy diciendo que no emergerá felicidad por la recompensa. Igual que emergió la compasión debido al daño, un sentimiento de satisfacción o felicidad puede emerger debido a una recompensa. Pero no habrá orgullo.
WIE: ¿Pero quiere usted decir literalmente que si voy y golpeo a alguien, no soy yo quien lo hago? Solamente quiero aclararme acerca de esto.
RB: El hecho original, el concepto original permanece: usted golpeó a alguien. El concepto adicional propugna que sea lo que sea que ocurre es la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios respecto de cada organismo cuerpo/mente es el destino de ese organismo cuerpo/mente.
WIE: De modo que yo sencillamente podría decir, "Bueno, fue la voluntad de Dios que yo hiciera eso; no es culpa mía."
RB: Desde luego, una acción ocurre porque es el destino de este organismo cuerpo/mente, y porque es la voluntad de Dios. Y las consecuencias de tal acción son también el destino de ese organismo cuerpo/mente. Si una buena acción ocurre, eso es el destino. Por ejemplo, tuvimos a la Madre Teresa. El organismo cuerpo/mente conocido como "Madre Teresa" estaba programado de modo que sólo ocurrían buenas acciones. Por tanto el acontecer de buenas acciones era el destino del organismo cuerpo/mente llamado Madre Teresa. Y las consecuencias fueron: un premio Nóbel, recompensas, condecoraciones y donaciones a las causas. Todo ello era el destino de ese organismo cuerpo/mente llamado Madre Teresa. Por otra parte hay un organismo psicopático que está programado —por la misma fuente— de modo que sólo suceden acciones malas o perversas. El acontecer de esas malas, perversas acciones es el destino del organismo cuerpo/mente que la sociedad llama psicópata. Pero el psicópata no eligió ser un psicópata. De hecho no hay psicópata; sólo hay un organismo cuerpo/mente psicopático, cuyo destino es producir actos malvados, perversos. Y las consecuencias de esas acciones son también el destino de ese organismo cuerpo/mente.
WIE: ¿Está usted diciendo que todo está predestinado? ¿Que todo está preprogramado desde el nacimiento?
RB: Sí. Uso la palabra "programación" para referirme a las características inherentes del organismo cuerpo/mente. "Programación" significa para mí genes más condicionamiento ambiental. Usted no tuvo elección acerca de qué padres en particular le trajeron al mundo, por tanto usted no tuvo elección en cuanto a sus genes. Del mismo modo usted no tuvo elección de nacer en un determinado entorno. Por tanto usted no tuvo elección respecto del condicionamiento que recibió de ese entorno durante la infancia, que incluye el condicionamiento en el hogar, en la sociedad, escuela e iglesia. Los psicólogos dicen que el condicionamiento conjunto recibido hasta los tres o cuatro años es el condicionamiento básico. Hay condicionamiento posterior, pero el condicionamiento básico que crea la personalidad consiste en genes más condicionamiento ambiental. Le llamo a eso programación. Cada organismo cuerpo/mente está programado de forma única. No hay dos organismos iguales.
WIE: ¿Sí, pero acaso no es cierto que dos personas podrían tener condicionamientos muy similares y sin embargo una puede evolucionar de una forma completamente diferente a la otra?
RB: Cierto. Por eso uso dos términos: uno es la programación del organismo cuerpo/mente en sí mismo, y el otro es el destino. El destino es la voluntad de Dios respecto a ese organismo cuerpo/mente, estampada en el momento de la concepción. El destino de un embrión puede ser de ni siquiera nacer —en cuyo caso se producirá un aborto. Todo esto es un concepto, no se equivoque. Esto es mi concepto.
WIE: Usted dice que es un concepto y, por supuesto, todas las palabras son conceptos, ¿pero cómo sabemos que este concepto es la verdad? Tiendo a pensar que todo el mundo tiene responsabilidad individual y que aunque hay cierta cantidad de condicionamiento que heredamos, todavía podemos elegir cómo respondemos. Un individuo puede trascender aspectos de su condicionamiento en los que otro puede quedarse atascado toda la vida. Ya que esto efectivamente ocurre, diría que es debido a que el individuo quiere trascender su condicionamiento, y lo logra.
RB: Pero si ocurre, ¿puede ocurrir a menos que sea la voluntad de Dios? Digamos que hay dos personas: una intenta superar sus limitaciones y lo consigue, mientras que la otra no. Lo que yo digo es que tanto la que lo consigue como la que no, ambas lo hacen así porque es el destino de sus respectivos organismos cuerpo/mente —que es la voluntad de Dios.
WIE: ¿Pero acaso no podríamos decir con la misma facilidad que es la voluntad de Dios el dar a cada individuo la libertad de elección para tomar sus propias decisiones?
RB: No. Mire, lo que yo le pregunto es: ¿Qué voluntad prevalecerá? ¿La del individuo o la de Dios? En su propia experiencia, ¿hasta qué punto su propia voluntad ha prevalecido?
WIE: Bueno, creo que la voluntad individual definitivamente puede prevalecer a veces.
RB: ¿Por encima de la voluntad de Dios? Cuando usted quiere algo y trabaja por ello y ello ocurre, ocurre porque su deseo coincidió con la voluntad de Dios.
WIE: Tomemos el ejemplo de un individuo que se convierte en un adicto a las drogas y continúa siéndolo por toda su vida. Podríamos argüir con idéntica facilidad que ha elegido ir en contra de la voluntad de Dios y lo ha conseguido —precisamente porque existe el libre albedrío.
RB: Pero el que usted acepte esto o no es en sí mismo la voluntad de Dios, ¿no lo ve? ¡El que usted acepte la voluntad de Dios o que usted no la acepte es en sí mismo la voluntad de Dios!
WIE: Diría que no necesariamente.
RB: Sé que usted está haciendo de abogado del diablo.
WIE: Bueno, no, estoy intentando llegar a lo que es verdad.
RB: ¿Pero qué es verdad? Ya he dicho que cualquier cosa que digo es un concepto.
WIE: Sí, entiendo, pero no todos los conceptos son iguales. Algunos apuntan a algo que es cierto y otros pueden no ser ciertos en absoluto.
RB: Todos los conceptos intentan apuntar a algo, pero todos siguen siendo conceptos. La verdadera cuestión sería, "¿Cual es la verdad que no es un concepto?"
WIE: Mi punto de vista es que decir que todo está preprogramado, que todo es destino y que no hay elección parece una forma muy extrema de reduccionismo. De acuerdo a ese punto de vista, los seres humanos son como computadoras; todo acerca nuestro está completamente determinado.
RB: Es eso precisamente, sí.
WIE: Pero me parece que es una forma de ver las cosas que carece de corazón. Entonces simplemente somos como máquinas —todo nos ocurre. No hay nada que podamos hacer, nada podemos cambiar.
RB: ¡Sí, exactamente!
WIE: Pero eso podría fácilmente llevar a una profunda indiferencia hacia la vida.
RB: ¡Sí, y sería fantástico que lo hiciera!
WIE: ¿De verdad? ¿Lo sería?
RB: ¡Pero esa es la cuestión!. Claro que sí. Entonces usted puede decir que cualquier cosa que ocurra es aceptada. Entonces no hay infelicidad, no hay miseria, ni culpa, orgullo, odio o envidia. ¿Dónde está el problema?
WIE: ¿Pero queda algo de corazón?
RB: Por "corazón" ¿ quiere usted decir ser desdichado, sentirse culpable?
WIE: No, no. No quiero decir eso.
RB: ¿Qué quiere usted decir por corazón?
WIE: Quiero decir algo en nosotros al que le importa la Vida en sentido amplio.
RB: Como ya le dije, si un acto ocurre a través de este organismo cuerpo/mente y este individuo encuentra que eso ha dañado a alguien, emerge la compasión. ¿Cómo podría surgir compasión si no hay corazón?
WIE: ¿Pero no parece un poco extraño el llevar a cabo la acción y lastimar a alguien y sentir compasión después? ¿No hubiera sido mejor desde el principio no causar el daño?
RB: ¡Pero usted no tiene el control! Si usted tuviera el control, para empezar nunca lo hubiera hecho.
WIE: Por otra parte, sin embargo, si uno cree que uno efectivamente tiene el control en vez de creer que no lo tiene, quizás para empezar no lo hubiera hecho.
RB: ¿Entonces por qué el ser humano no ejercita el control sobre las acciones que ocurren? Permítame que le haga una pregunta: El ser humano obviamente dispone de una tremenda inteligencia, tanta que un insignificante ser humano ha sido capaz de enviar un hombre a la luna.
WIE: Sí, eso es cierto.
RB: Y también dispone de la inteligencia para saber que si efectúa ciertos actos, ocurrirán cosas terribles. Tiene la inteligencia para saber que si produce armamentos nucleares o armas químicas, entonces la gente va a usarlas y ocurrirán cosas terribles en el mundo. Tiene la inteligencia —de modo que si dispone de libre albedrío, ¿por qué lo hace? ¿Por qué ha reducido al mundo a la situación en que se encuentra, si tiene libre albedrío?
WIE: Lo admito, la situación que usted describe es obviamente una locura. Pero diría que ello es debido al hecho de que la gente es de voluntad débil. Y creo que la gente puede cambiar si quiere —si les importa.
RB: ¿Entonces por qué no lo hacen?
WIE: Algunas personas sí cambian, pero como dije, desafortunadamente parece que la mayoría de la gente son muy débiles de voluntad.
RB: ¡Lo cual significa que no tienen libre albedrío!
WIE: Disponer de libre albedrío por sí solo no garantiza que actuemos de forma inteligente. Como en el ejemplo que usted acaba de dar, está claro que la gente con frecuencia elige hacer cosas bastante dañinas.
RB: ¿Quiere usted decir que somos libres de destruir el mundo? Si usted dice que disponemos del libre albedrío para destruir el mundo, en otras palabras significa que estamos destruyendo el mundo porque queremos hacerlo —sabiendo perfectamente que el mundo va a ser destruido. Libre albedrío significa que usted quiere hacerlo.
WIE: Creo que el problema es más bien que la gente normalmente no tiene en cuenta las consecuencias de sus actos. Con frecuencia sólo piensan en sí mismos, sin considerar adonde pueden llevar sus actos.
RB: Pero el ser humano es tremendamente inteligente. ¿Por qué no piensa de esa forma?. Mi respuesta es —¡porque no se espera que lo haga!
WIE: ¿Qué quiere decir con "no se espera"?
RB: No es la voluntad de Dios que los seres humanos piensen en esos términos. No es la voluntad de Dios que el ser humano sea perfecto. La diferencia entre el sabio y la persona ordinaria es que el sabio acepta lo que es como la voluntad de Dios, pero —y esto es importante— eso no le impide hacer lo que cree que debería hacerse. Y, lo que piensa que debería hacer está basado en la programación.
WIE: Pero ¿por qué el sabio haría "aquello que piensa que debería hacer" si, tal como usted ha explicado, de entrada sabe que no es él quien piensa?
RB: Quiere usted decir, ¿cómo ocurre la acción? La respuesta es que la energía dentro de este organismo cuerpo/mente produce la acción de acuerdo con la programación.
WIE: De modo que la acción, tal como usted la está describiendo, simplemente viene a través de la persona.
RB: Fluye, sí. La acción ocurre. Eso es todo lo que estoy diciendo —volviendo a las palabras de Buda- "Los eventos ocurren, los hechos son realizados".
WIE: De lo que yo sé acerca del pensamiento de Buda, él también creía firmemente que el individuo es personalmente responsable de sus acciones. ¿No es esa la base de toda su enseñanza sobre el karma, sobre la causa y efecto?
RB: ¡No la de Buda!
WIE: Mi impresión es que el Buda enseñó no poco acerca de "la recta acción". Parecía darle mucha importancia a lo que la gente hiciera y puso mucho énfasis en que las personas realizaran un esfuerzo apropiado para cambiarse a sí mismas.
RB: Eso es una interpretación ulterior del Budismo. Las palabras de Buda son muy claras. ¿Quién tiene el control de lo que sucede? ¡Dios lo tiene! Eso es la base de todas las religiones, como hemos visto. Y a pesar de todo, ¿por qué hay guerras religiosas si eso es la base de toda religión? ¡Son los intérpretes los que causan estas guerras! ¿Y cómo podría esto ocurrir siquiera a menos que fuera la voluntad de Dios?
WIE: Está claro que usted cree que todo lo que hacemos es porque es la voluntad de Dios que lo hagamos. Pero a mí me parece que esto únicamente tiene sentido en el caso de un individuo que ha llegado al final del camino espiritual —que ha llegado al final del ego— porque las acciones de tal persona no sirven a su provecho egoísta, y por ello, no habría ninguna distorsión de la voluntad de Dios. Pero hasta ese punto, si un individuo actúa vilmente hacia otro, bien puede tratarse simplemente de una respuesta compulsiva debida al sentimiento egoísta. Si ese fuera el caso, entonces lo que usted está diciendo podría de hecho ser usado como justificación de conductas desagradables o agresivas. Podrían decir simplemente, "Es todo la voluntad de Dios. ¡Qué mas da!".
RB: Lo sé, pero esa es la verdad. La pregunta real es "¿Por qué creó Dios el mundo tal como es?" Pero vea, un ser humano es sólo un objeto creado que es parte de la totalidad de manifestación que ha venido de la Fuente. Por tanto mi respuesta es: ¡Un objeto creado no puede de ninguna manera conocer a su creador! Déjeme darle una metáfora. Imaginemos que usted pinta un cuadro, y en ese cuadro usted pinta una figura. Entonces esa figura quiere saber, en primer lugar, por qué usted, como pintor, pintó esa figura en particular, y en segundo lugar, ¡por qué hizo usted la figura tan fea! Vea, ¿cómo puede un objeto creado saber siquiera remotamente la voluntad de su propio creador? Lo que yo digo, sin embargo, es que esto no le impide a usted ¡hacer aquello que cree que debería hacer! Aceptar que nada ocurre a menos que sea la voluntad de Dios no impide a nadie hacer lo que esa persona cree que debería hacer. ¿Qué otra cosa puede hacer?
WIE: Pero, siguiendo esta línea de razonamiento, tal como dije antes, pienso que sería bastante fácil concluir, "Bueno, todo es la voluntad de Dios, no importa lo que pueda ocurrir", y entonces simplemente desistir.
RB: Quiere usted decir, "¿Así que por qué no quedarme en la cama todo el día? "
WIE: Sí, ¿por qué hacer cualquier esfuerzo en absoluto?
RB: La respuesta a esta pregunta es que la energía interna de este organismo cuerpo/mente no le permite mantenerse ocioso ni por un instante. La energía continuará generando alguna acción, física o mental, a cada fracción de segundo, de acuerdo con la programación y el destino del organismo cuerpo/mente, que es la voluntad de Dios. Pero eso no le impide a usted, que todavía cree que es un individuo, hacer aquello que cree que debería hacer. De modo que lo que estoy diciendo de hecho es ¡Lo que cree que debería hacer en cualquier situación en cualquier momento en particular es precisamente aquello que Dios quiere que usted piense que debería hacer! A fin de cuentas aceptar la voluntad de Dios no le impide hacer lo que cree que debería hacer. ¿Lo ve? De hecho, ¡no puede evitar hacerlo!
WIE: Eso suena como que, de acuerdo con su forma de ver el mundo, todo lo que consideramos ser elección, volición y responsabilidad ha sido transferido del individuo a Dios o la conciencia. ¿Es eso lo que está diciendo?
RB: No ha sido transferido. Cuando usted cree que usted lo está haciendo ¿qué ocurre? Culpa, orgullo, odio y envidia. Pero eso sigue sin impedir que lo que está ocurriendo continúe ocurriendo. Pero cuando usted cree que usted no lo está haciendo, entonces —¡no hay culpa, ni orgullo, odio o envidia! La vida se vuelve más tranquila.
WIE: Leí algo en un folleto escrito por varios de sus estudiantes que parece relevante a esta cuestión. Dice "Lo que te gusta sólo puede ser lo que Dios quiere que te guste. Nada ocurre a menos que sea Su voluntad."
RB: Sí, correcto.
WIE: El folleto también dice: "No te sientas culpable incluso si se produce adulterio. Tú, la Fuente, eres siempre puro."
RB: Eso es lo que dijo Ramana Maharshi.
WIE: Mi punto de vista es que la Fuente puede que sea siempre pura, pero nuevamente me parece que esto podría fácilmente ser tomado como licencia para actuar irresponsablemente. Podría decirse, "No importa si cometo adulterio, no importa si hago daño a mis amigos, porque esa acción simplemente ocurrió." Fácilmente podría tomarse como una licencia para comportarme basándome en mi deseo, meramente porque resulta que tengo ese deseo.
RB: ¿Pero acaso no es eso lo que ocurre?
WIE: Ciertamente ocurre, pero. . .
RB: ¿Quiere usted decir que ocurriría más?
WIE: Fácilmente ocurriría más. Yo podría decir "Bueno, no importa lo que haga ahora. No debería molestarme en contenerme si siento un deseo." ¿Ve lo que quiero decir?
RB: La pregunta que normalmente se plantea es ésta: "Si yo realmente no estoy haciendo nada, ¿qué es lo que me impide tomar una metralleta, salir a la calle y matar a veinte personas?" Es eso lo que está preguntando ¿verdad?
WIE: Bueno, ese es un ejemplo extremo.
RB: Sí, ¡tomemos un ejemplo extremo!
WIE: Sin embargo creo que es más interesante considerar el ejemplo del adulterio, porque la mayoría de la gente realmente no harían algo tan extremo como ametrallar a otra gente.
RB: De acuerdo. Es lo mismo cuando hablamos de cometer adulterio. He leído que los psicólogos y biólogos, basándose en sus investigaciones, han llegado a la conclusión de que si usted engaña a su mujer, no debería echarse la culpa.
WIE: Bueno, no creo que esa sea la opinión de la ciencia en su conjunto.
RB: Lo que estoy diciendo es que, cada vez más, los científicos están llegando a la conclusión que los místicos siempre han sostenido —que cualquier acción que acontece puede ser rastreada hasta llegar a la programación.
WIE: Puedo ver que en algunos casos eso puede ser cierto, pero digamos, por ejemplo, que tengo el impulso de cometer adulterio. Podría decir, "Debe ser la voluntad de Dios el que lo haga, así que voy a hacerlo" —o bien, podría refrenarme y no causar un montón de sufrimiento a mis amigos. ¿No sería mejor que me refrenara?
RB: ¿Quién le impide refrenarse? ¡Haga lo que quiera! ¿Qué le impide refrenarse? ¡Refrénese!
WIE: ¡Lo que yo digo es que es mejor hacerlo!
RB: Eso es lo que yo digo también.
WIE: Pero de acuerdo a su punto de vista podría igualmente decir, "Debe de ser la voluntad de Dios porque siento el deseo de hacerlo" y entonces no refrenarme.
RB: Usted dice que sabe que debería refrenarse —entonces ¿por qué no lo hace? Si un organismo cuerpo/mente está programado para no engañar a su mujer, sea lo que sea lo que otros digan, no lo hará. Si usted está programado de modo que no alzará su mano en contra de nadie, ¿empezará usted a matar gente? Ahora si se aprueba una ley de modo que puede golpear a su mujer y no habrá ninguna acción en su contra ¿comenzará usted a golpear a su mujer? No a menos que su organismo cuerpo/mente esté programado para hacerlo, y si está programado para hacerlo, lo ha estado haciendo de todos modos. Así que como dije, aceptar la voluntad de Dios no le impide a usted hacer lo que cree que debería hacer. ¡Hágalo! ¡Haga exactamente lo que cree que debería hacer!
WIE: Sin embargo, en último término, ¿cómo podemos decir que es el destino o la voluntad de Dios? Todo lo que sabemos es que tienen lugar ciertos eventos. Posteriormente podemos mirar atrás y decir acerca de algo que hicimos, "Simplemente ocurrió", y si queremos, podemos llamarlo el destino. Pero ¿no es más exacto decir que realmente no sabemos si es el destino o no?
RB: Esa es la cuestión. No lo sabemos.
WIE: Pero decir que no sabemos es diferente de decir "sabemos que es la voluntad de Dios". No es lo mismo que decir que sabemos que todo está prefijado. Mire, suena como que usted dice que usted efectivamente sabe que todo es la voluntad de Dios. Lo que yo sugiero, no obstante, es que sencillamente no sabemos; no sabemos si es Dios quien decide estas cosas, así que realmente no podemos decir, "Así es como funciona" o "Todo está planificado por Dios"
RB: No lo sabemos y eso es lo primordial; así que si quiere, puede deshacerse del concepto de destino y decir que nadie puede realmente saber nada. ¡Muy bien! No hay necesidad del concepto de destino. Después de todo, si usted acepta que nada de lo que sucede está bajo su control, ¿quién queda para preocuparse por el destino?
WIE: Dado que muchos buscadores espirituales llegan a usted para pedirle consejo acerca del camino espiritual, me gustaría preguntarle que valor le da usted, si es que le da alguno, a la práctica espiritual como medio hacia la iluminación.
RB: Si la sadhana [práctica espiritual] es necesaria, el organismo cuerpo/mente está programado para hacer sadhana.
WIE: En otras palabras, ¿si ocurre, ocurre?
RB: Eso es.
WIE: ¿No aboga por ello o piensa que es útil hacerlo?
RB: La gente a veces me pregunta, "Si nada está en mis manos, ¿debería o no meditar?" Mi respuesta es muy simple. Si te gusta meditar, medita; si no te gusta meditar, no te fuerces a meditar.
WIE: ¿Es entonces la búsqueda espiritual un obstáculo para la iluminación?
RB: Sí, la búsqueda es el mayor obstáculo debido al buscador. Es el buscador quien es el obstáculo —no la búsqueda; la búsqueda ocurre por sí misma. La búsqueda ocurre porque el organismo cuerpo/mente está programado para buscar lo que está buscando. De modo que si se produce la búsqueda de la iluminación, entonces es que el organismo cuerpo/mente ha sido programado para buscar. El obstáculo es el buscador que dice, "yo quiero la iluminación."
WIE: ¿Por qué entonces muchos grandes sabios han hablado de la importancia de la búsqueda? Ramana Maharshi dijo que el buscador ha de desear la iluminación con la misma vehemencia con que un hombre que se está ahogando desea el aire —con ese grado de intensidad y sinceridad.
RB: Desde luego. De modo que lo que esto significa es que tiene que haber ese grado de intensidad en la búsqueda. Pero también dijo, "Si quieres esforzarte, debes esforzarte; pero si el esfuerzo no está destinado a ser realizado, no se hará esfuerzo." Eso es lo que dijo Ramana Maharshi. Así que mire, el que uno busque o no busque no está bajo nuestro control. El que ocurra la búsqueda de Dios o la búsqueda de dinero no es ni mérito ni culpa de uno.
WIE: Usted ha escrito en uno de sus libros que se ha alcanzado un entendimiento profundo cuando uno puede decir "Me da igual que la iluminación le ocurra o no a este organismo cuerpo/mente".
RB: Así es. Cuando se alcanza ese estadio entonces significa que el buscador ya no está allí. Está muy cerca de la iluminación porque no hay nadie de quien preocuparse, entonces ya no hay más ningún buscador.
WIE: ¿Pero el resultado no podría ser simplemente una indiferencia extraordinariamente profunda —lo cual no es la iluminación?
RB: ¡Eso podría conducir a la iluminación!
WIE: Sólo una pregunta más. A menudo usted dice que deberíamos "simplemente aceptar lo que es"
RB: Sí, si le es posible hacerlo —¡y eso no está bajo su control!
Epílogo
Dando traspiés dejé atrás el portero y salí a las bulliciosas calles de Bombay, mientras me devanaba los sesos. ¿Cómo podía ser, me preguntaba a medida que me abría camino entre la muchedumbre, que un hombre inteligente y educado como Ramesh Balsekar pudiera realmente creer que todo está predestinado, que antes incluso de nacer, nuestro destino está ya grabado en una especie de etéreo granito? ¿Podía ser realmente serio en su insistencia de que nuestra vida entera, con su aparentemente interminable flujo de elecciones y decisiones, de precarias oportunidades de establecer nuestro propio rumbo para bien o para mal, es en realidad, desde el primer aliento, un hecho consumado?
Mientras recorría la acera en busca de un café en el que encontrar un respiro del caos, los difíciles giros de nuestro breve diálogo se arremolinaban en mi cabeza. Sí, "Hágase tu voluntad" es la esencia de al menos la mayoría de las religiones, pensaba para mí, pero para los grandes místicos y sabios que han hecho tales afirmaciones a lo largo de la historia, someterse a la voluntad de Dios ha significado mucho más que simplemente aceptar que no hay nada que se pueda hacer para afectar las circunstancias de la vida. ¡A buen seguro que lo que tradicionalmente ha sido referido como "la voluntad de Dios" es lo que uno descubre cuando ha abandonado completamente el ego, cuando todas las motivaciones centradas en uno mismo han sido extinguidas, dejándole a uno enteramente entregado a realizar la voluntad de Dios, cualquiera que esta fuera! Una cosa es que Jesús o Ramakrishna o Ramana Maharshi dijera que se había sometido a la voluntad de Dios, pero decir que esto es cierto para cualquiera, en aquel momento me parecía que reflejaba una peculiar e incluso peligrosa forma de locura —y que podría ser usada para justificar las más extremas formas de conducta. La afirmación de Balsekar, "Lo que usted cree que debería hacer en cualquier situación... es precisamente lo que Dios quiere que usted crea que debería hacer" significa que para él el Buda iluminado no está realizando la voluntad de Dios en mayor medida que un asesino en serie que ataca a una nueva víctima. Había ido a la entrevista esperando un cierto desacuerdo, pero de alguna forma ni siquiera los libros de Balsekar —en los cuales todas estas ideas se expresan clara y repetidamente— no me habían preparado para el encuentro con él en persona. ¿Cómo se le habrían ocurrido? ¿Y por qué? Mis pensamientos venían una y otra vez, recordándolo todo, desde su escalofriante aseveración de que incluso cuando causamos daño a alguien, no hay porqué sentirse culpable, dado que no somos responsables de nuestras acciones —que incluso "Hitler fue meramente el instrumento a través del cual los horribles acontecimientos que tenían que suceder, sucedieron" —hasta su afirmación, desafiando todo sentido común, de que no tenemos el poder de controlar nuestra conducta o siquiera influenciar la conducta de otros. Y todo esto en el contexto de su descripción de ciencia-ficción de cada uno de nosotros como "organismos cuerpo/mente" actuando a partir de nuestra "programación".
De pronto la agradable visión de un salón de té apareció entre el "smog", y al acercarme y entrar me sentí aliviado de encontrar el tipo de apacible oasis que estaba deseando. Fue allí, en una de las numerosas mesas vacías, cuando el primer sorbo de empalagoso té con leche se deslizó entre mis labios que, como un relámpago, me llegó de un golpe. ¡Yo no estaba bebiendo té! ¡Yo no estaba sentado en la mesa! De hecho, yo no era el que había entrado en el salón de té. Y tampoco era yo el que acababa de ser atormentado durante una hora discutiendo con un hombre que en ese momento empezaba a parecer como el que estaba cuerdo. De hecho, nunca había estado yo haciendo nada. Fue como si un fardo que hubiera estado cargando durante mi vida entera repentinamente se elevara hacia el cielo como un globo de aire caliente, desapareciendo entre las nubes, para no volver jamás. Todos esos años que había luchado denodadamente para convertirme en un ser humano mejor, más honesto y generoso —todo ese esfuerzo que había hecho para renunciar a mis tendencias de preeminencia, egoísmo y agresión— había sido todo un disparate, todo tontamente, innecesariamente basado en la presuntuosa idea de que tenía algún control sobre mi propio destino, y la ridícula pretensión de que lo que le hacía a "otros" tuviera la más mínima importancia. ¿Cómo pude haber estado tan desorientado? Pero, un momento, ¡ni siquiera era yo quien estaba desorientado! Como apareciendo entre nubes que se desvanecen, repentinamente pude ver que lo que había creído que era "mi vida" había sido de hecho sólo un proceso mecánico. La persona que yo creía que era, era sólo una máquina. Y el mundo en el cual creía que había estado viviendo no era, como había asumido, un mundo de humana complejidad, sino de mecánica simplicidad, de perfecto orden, un juego matemático a partir de programas en movimiento desde el principio de los tiempos.
Así como la clínica perfección del plan científico de Dios empezó a mostrarse ante mí, un extático estremecimiento de absoluta libertad —respecto de la angustia, de las preocupaciones, las obligaciones, la culpa— comenzó a precipitarse por mis venas como un torrente desbordado. Y con ello llegó una envolvente y reverberante paz, una absoluta cesación de tensión, en el reconocimiento de que no importara qué decisiones tuviera que encarar, por difíciles que aparentaran ser, siempre podría estar seguro de que fuera cual fuera la elección que hiciera, sería exactamente la elección que Dios quería que tomara. El misterioso sentido de algo Desconocido que me había arrastrado por tanto tiempo se había evaporado. La gente del café se giraron a mirarme mientras me reía en voz alta, una larga risa a grandes carcajadas, y me decía para mí qué fantástico juego sería la vida si todo el mundo comprendiera cómo funciona todo realmente, si todo el mundo pudiera al menos tener un vislumbre de cuán libres podríamos ser, si todos viviéramos en el Planeta Advaita.